Profesor 0.0 Compromiso de Educar




EDUCAR


  • ¿Qué es educar?




Pitágoras: “Es templar el alma para las dificultades de la vida.”

Platón: La educación es el proceso que permite al hombre tomar conciencia de la existencia de otra realidad, y más plena, a la que está llamado, de la que procede y hacia la que dirige. Por tanto “La educación es la desalineación, la ciencia es liberación y la filosofía es alumbramiento”.

Piaget: “Es forjar individuos, capaces de una autonomía intelectual y moral  y que respeten esa autonomía del prójimo, en virtud precisamente de la regla de la reciprocidad.”

KANT: "La educación tiene por fin el desarrollo en el hombre de toda la perfección que su naturaleza lleva consigo"

KILPATRICK: "La educación es el proceso de construcción individual que enriquece y guía la vida de tal modo que resulte más intensa en la persona y en la sociedad".

PESTALOZZI: “La educación es el desarrollo natural, progresivo y sistemático de todas las facultades".




https://youtu.be/g1psBwSE7W4


El fin de la educación

EDUCAR PARA SER ÚTIL A LA SOCIEDAD
Platón ya proponía en la República que la educación debía servir para formar artesanos, guardianes y gobernantes. Y otros filósofos griegos coinciden en que cada uno debe ser formado para ocupar eficazmente el lugar que le corresponde en la sociedad.
En ocasiones, los que defienden esta primacía social de la educación y la importancia de educar para servir a la comunidad y para cumplir las obligaciones sociales se apoyan en la necesidad de contrarrestar el excesivo individualismo propio de algunas sociedades capitalistas. Estos planteamientos comunitaristas insisten en remarcar las obligaciones y deberes que toda persona tiene con la sociedad, atendiendo al bien común y al ser social del hombre.
En estas diferentes posiciones se refleja la perenne dificultad de compaginar y equilibrar la individualidad del ser humano y su ser social; su libertad y la igualdad que la sociedad debe procurar. De hecho, algunos planteamientos educativos pragmatistas o con especial énfasis en la acción social y política se han gestado precisamente en condiciones de grandes injusticias sociales y mucha desigualdad. La urgencia de atender la educación de los más pobres y de promover un sistema de valores que remediara esas injusticias fue lo que movió a algunos autores a poner el énfasis de la educación en estas responsabilidades sociales.
Educar para ser útil a la sociedad
 Un planteamiento muy extendido, y con mucha vigencia práctica hoy día es el que podemos llamar pragmático o funcionalista, en el que se educa principalmente para desempeñar un determinado papel en la sociedad. 
Platón ya proponía en la República que la educación debía servir para formar artesanos, guardianes y gobernantes. Y otros filósofos griegos coinciden en que cada uno debe ser formado para ocupar eficazmente el lugar que le corresponde en la sociedad. 
Desde siempre, muchos sistemas educativos se han diseñado para formar los cuadros militares, políticos y económicos que la sociedad necesita. Y aunque esta finalidad práctica es, sin duda, una finalidad importante de la educación, el problema surge al dar prioridades. 
¿Es lo principal preparar personas eficaces en el servicio de unos intereses determinados por el estado, por los poderes sociales, económicos y políticos? 
¿O se trata, más bien, de formar personas que en el ejercicio en libertad de su creatividad y de sus capacidades puedan contribuir tanto a su desarrollo personal como al bien de la sociedad? 
Algunos riesgos importantes de los sistemas educativos cuya finalidad primera es la utilidad social son: 
1. Manipular a los individuos para que sirvan a los fines del estado, de la clase dirigente o de los poderes que controlan los medios educativos. 
2. Sacrificar los bienes y valores de las personas ante los valores comunitarios. 
3. Generar un elitismo social en el que la persona es apreciada y triunfa solo en la medida en que tiene éxito social. Muchos de los estados y sistemas totalitarios de los dos últimos siglos han tenido estos sesgos manipuladores de la educación que hacen a sus ciudadanos. 
En ocasiones, los que defienden esta primacía social de la educación y la importancia de educar para servir a la comunidad y para cumplir las obligaciones sociales se apoyan en la necesidad de contrarrestar el excesivo individualismo propio de algunas sociedades capitalistas. Estos planteamientos comunitaristas insisten en remarcar las obligaciones y deberes que toda persona tiene con la sociedad, atendiendo al bien común y al ser social del hombre. En estas diferentes posiciones se refleja la perenne dificultad de compaginar y equilibrar la individualidad del ser humano y su ser social; su libertad y la igualdad que la sociedad debe procurar. De hecho, algunos planteamientos educativos pragmatistas o con especial énfasis en la acción social y política se han gestado precisamente en condiciones de grandes injusticias sociales y mucha desigualdad. 
2 La urgencia de atender la educación de los más pobres y de promover un sistema de valores que remediara esas injusticias fue lo que movió a algunos autores a poner el énfasis de la educación en estas responsabilidades sociales. 
Educación centrada en la persona Educar para el bien del individuo, sin olvidar su ser social, se ha propuesto con diferentes matices según cómo los sistemas filosóficos ven lo más constitutivo y esencial del humano. Así tenemos, entre otras, las que se suelen considerar más importantes: 
1. Educar para el hombre virtuoso, en la tradición del aristotelismo y el cristianismo. 
2. Educar para el hombre autónomo regido por la razón y el imperativo moral, en la tradición de la Ilustración y Kant. 
3. Educar para el hombre feliz, con sus diversas matizaciones, propio del utilitarismo. 
4. Educar en la sociedad plural. 
1. Educar el carácter del hombre virtuoso 
Un planteamiento clásico de la educación, expresado ya por Aristóteles y que ha tenido y sigue teniendo mucha vigencia., es que la educación se debe centrar en inculcar valores y fomentar los buenos hábitos de conducta concretados en las distintas virtudes que deben caracterizar a un hombre excelente. Se suele expresar este tipo de educación como la dirigida a formar el carácter. Esta forma de entender la educación ha tenido una gran presencia en toda la civilización cristiana y occidental y sigue teniendo mucha importancia en la actualidad por su realismo y su cercanía a la visión de la vida colmada y buena que tenemos los ciudadanos comunes. De hecho, se puede considerar que tiene un cierto renacer en los últimos decenios al haber comprobado los escasos y, a veces, negativos resultados de algunos planteamientos educativos del la segunda mitad del siglo XX que despreciaban este planteamiento educativo. 
Esta visión de la educación presenta algunas dificultades y retos, entre ellos: 
1. Hay que elegir cuáles son las virtudes y los valores a los que se da preeminencia en la educación y de esto depende mucho la real calidad humana de la educación del carácter. 
2. Puede llevar a que el educado actúe externamente de unas determinadas maneras sólo por aparentar o cumplir con lo obligado, sin haber interiorizado realmente el valor de esas conductas o de esas virtudes; 
3. Tiene un riesgo importante de adoctrinamiento cuando se abusa de la autoridad del educador para imponer unos determinados valores. 3 
2. Educar al individuo autónomo kantiano 
La ética que propone Kant y que triunfa en la Ilustración es muy individualista. El individuo se debe liberar de toda tutela, especialmente la de la Iglesia y de la sociedad, y se tiene que guiar por la razón y por el imperativo moral. La lógica configurará la ley. La educación debe conducir al individuo a desarrollar esos principios absolutos y universales basados en la razón, que deben ser su guía de conducta. Para muchos críticos, este ser humano es tan individualista y racional que pierde buena parte de la complejidad propia de la humanidad y de aquí procede una de las principales debilidades de esta forma fría de concebir la educación. 
3. Educación utilitarista para la felicidad Para los utilitaristas, la búsqueda de lo que es adecuado y bueno para el hombre, que muchos centran en la consecución de la felicidad, debe estar antes que la noción de deber kantiana que hemos citado. La dificultad surge al tratar de determinar qué es lo que hace feliz al ser humano. A los fundadores de este movimiento se les llamó utilitaristas porque centraban sus propuestas en el concepto de utilidad. 
Las conductas útiles son las que generan felicidad y esas son las que hay que educar. Para la mayor parte de los autores, como no es el simple placer lo que es útil para ser feliz, se entiende que hay que educar también algunos aspectos que pueden disgustar en un momento determinado, pero que con el paso del tiempo contribuirán a la felicidad de la persona. 
4. Educar en la sociedad plural: una tarea difícil El tiempo presente es, en la sociedad occidental y, cada vez más en todo el mundo, un tiempo de pluralidad cultural, ideológica, religiosa, etc. El respeto a esta pluralidad incluye la defensa de importantes y muy positivos valores individuales y sociales como son el respeto y la tolerancia de las posturas distintas, el aprecio a la paz, la búsqueda de la sostenibilidad ambiental y social, etc. Pero también supone una pérdida de identidad muy importante con la crisis vital consiguiente para muchas personas y sociedades. La sociedad que se ha dado en llamar postmoderna, está cargada de escepticismo ante la posibilidad de alcanzar la verdad, es relativista y muchos valores que eran básicos hasta hace poco tiempo se han debilitado o se renuncia expresamente a ellos. 4 Otra característica de nuestro tiempo es la generalización de la búsqueda de la felicidad en el placer y el consumo de bienes materiales. La educación en esta sociedad plural es más difícil porque, por una parte, al no haber finalidades y valores compartidos ni claridad en lo que se quiere llegar a ser, se debilita el sentido de la educación. Por otra parte se socava también la autoridad del profesor. El profesor, como otros educadores, necesita poseer autoridad para poder hacer su trabajo. Una autoridad que no es tanto poder, sino sobre todo, reconocimiento natural de que los fines educativos por los que trabaja están respaldados por el conjunto de la sociedad. Y como este respaldo prácticamente no existe en la sociedad actual, se hace especialmente difícil y costoso su trabajo.

El estudiante es el protagonista

El estudiante es el protagonista del proceso de educación y, por tanto, la referencia central para reflexionar sobre el trabajo del profesor, el sistema universitario y toda la educación, en general. Es cada estudiante el que se está formando, el que aprende y el que aprovecha este aprendizaje para desarrollarse como persona.
Parece un pensamiento obvio, pero supone, en realidad un importante cambio de enfoque respecto a un planteamiento de la docencia basado en el protagonismo del profesor como persona que explica, corrige y califica. Es verdad que ver la enseñanza como algo protagonizado por el profesor es muy lógico; porque es el profesor el que sabe y enseña una materia y enseñar consiste en explicar o transmitir el contenido de esa materia. Por esto, con mucha facilidad, los profesores centramos nuestra atención prioritariamente en la materia que vamos a enseñar y en la forma en la que explicaremos mejor.
Sin despreciar de ninguna manera, la importancia de los contenidos y de su explicación; centrar el punto de mira en el estudiante y en sus necesidades de aprendizaje nos ayuda a hacer una más cuidad selección de los contenidos y a diseñar mejor su enseñanza.

  • Para impulsar que el alumno se sepa protagonista, y actúe como tal, ayuda conocer, dentro de lo posible:


1. Saber​ ​cómo​ ​aprenden​ ​nuestros​ ​alumnos,​ ​de qué manera construyen su conocimiento


2. Elegir​ ​adecuadamente​ ​los​ ​contenidos​ ​a​ ​aprender,​ es importante que el alumno los acepte como un reto personal



3. Tener en cuenta la​ ​motivación:​ ​es un aspecto clave para que el estudiante asuma su protagonismo



4. Encontrar la forma de transmitir​ ​al​ ​estudiante​ ​que,​ ​como​ ​profesor suyo,​ ​creo,​ ​reconozco​ ​y​ ​espero​ ​su​ ​protagonismo




El ser del estudiante: características




Cómo piensan y aprenden los estudiantes

Un grupo de unos 30 psicólogos estadounidenses especializados en educación recibieron el encargo de laAmerican Psychological Association (APA) para proponer unos principios que, procedentes de la ciencia psicológica, fueran útiles para la docencia.
Trabajando en equipo terminaron eligiendo 20 principios de los que vamos a comentar los ocho que se refieren a cómo aprenden los estudiantes.
El informe fue publicado en 2015 y hay una versión en español realizada por el Prof. Javier Tourón: 











APRENDIZAJE Y DOCENCIA




Teorías del aprendizaje






 | 6/5/2017 2:43:00 AM

¿Qué no es necesario enseñar hoy día en la escuela?

Una buena parte de las cosas que se siguen enseñando resultan bastante impertinentes en la era de Google e Internet. Este artículo hace un análisis de las diversas áreas que se trabajan en la escuela desde esta perspectiva.
Semana Educación
Cuando le preguntaron al padre de Fernando Gaviria -la nueva revelación del ciclismo mundial por su gran actuación en el último Giro de Italia- ¿qué había sido lo más difícil en la formación de su hijo?, respondió: "lo más duro fue luchar contra un sistema educativo tan inflexible como el colombiano". Tiene toda razón, pues muy seguramente la escuela es la institución social más detenida en el tiempo, la que más se resiste a cambiar y adaptarse a los tiempos que vivimos.
Es por eso que en estas notas responderemos a la pregunta: ¿qué podría dejar de enseñarse en la escuela sin que los niños y jóvenes tuvieran problema en su vida futura? Antes de responder, sería importante que usted como lector reflexionara sobre qué de lo que aprendió en la escuela, nunca volvió a necesitar en su vida. ¿Qué de ello fue claramente impertinente aprender? Es muy probable que la mayoría de contenidos que estudió, fueron olvidados con el paso del tiempo.
Las matemáticas que se requieren a lo largo de la vida se aprenden en la primaria. De resto, es prácticamente nulo lo que queda y se usa con frecuencia. El extremo de impertinencia llega al estar calculando derivadas e integrales que más del 99.9% de los mortales nunca en su vida volvemos a utilizar. Algunos pensarán que son indispensables en las universidades, pero la pregunta es si acaso son allí pertinentes. La matemática ha debido ser repensada por completo ante el invento de la calculadora. Aun así, los profes suelen prohibir su uso con el fin de poder seguir enseñando los mismos algoritmos que han enseñado a lo largo de su carrera docente. Así se prolongan las tradiciones: Enseñamos lo que nos enseñaron a nosotros, casi sin hacernos la pregunta de ¿para qué sirve en la vida? o ¿qué pasaría si no lo enseñáramos o no lo aprendiéramos? La última es la pregunta clave que hoy hay que hacerse.
Lo más grave es que lo esencial de la matemática no se aprende en la escuela actual. No se enseña a pensar matemáticamente, leer o interpretar problemas que involucren razonamiento numérico; pero, muy especialmente, ni se enseña ni se aprende a convertir lo real en un problema matemático: A modelar la realidad.
Los profesores del área no se cansan de repetir que así no entendamos nada, la matemática es clave para desarrollar el pensamiento. Esa frase no puede ser más incoherente: Pensar es entender. Por tanto, nada que no entendamos puede desarrollar el pensamiento ¡Nada! También suelen responder a una profunda pregunta con relativa trivialidad: “Profe, ¿y esto para qué sirve?”, preguntan los estudiantes; a lo que suele ser habitual una respuesta bastante inocua: “Ah, usted cree que esto no sirve. Espérese para que vea cómo es de importante Cálculo 1 para “entender” Cálculo 2”. Pero el joven está haciendo una pregunta mucho más profunda: ¿Para qué sirve lo que estamos viendo en la vida? Como es obvio, esas respuestas desmotivan, en especial a los estudiantes más creativos y reflexivos.
Un aspecto fundamental de entender es que los profes buscan que sepamos cálculo, álgebra o trigonometría; pero estos aprendizajes parecen independientes de que comprendamos su significado o su sentido, lo cual es absurdo. A manera de ejemplo, trate de explicar qué es una derivada, un logaritmo o una integral. Si no puede hacerlo, no se preocupe, ya que un poco más del 99.9% de los mortales tampoco podemos a pesar de haber dedicado años enteros a resolver ejercicios con algoritmos similares. Dominar el algoritmo tiene muy poco que ver con entenderlo.
En Lenguaje pasa algo similar. La mayor parte del tiempo escolar se desperdicia estudiando gramática, ortografía y una literatura descontextualizada. Sin embargo, pareciera que no nos damos cuenta de que la mitad de los jóvenes no puede inferir en las ideas que subyacen en una noticia deportiva de tan sólo un párrafo de extensión. Pese a esto, están leyendo la María, Romeo y Julieta o estudiando el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo: Hay un abismo entre lo que pueden entender los estudiantes y lo que están estudiando en clase ¿De qué sirve acercarse a un libro como “Romeo y Julieta” sin poder elaborar su sentido profundo? En muchos casos se genera un efecto contrario y más devastador: el odio a la lectura.
Los estudiantes ven sintaxis, gramática y morfología, pero carecen de comprensión lectora o de lectura contextual y crítica. García Márquez propuso una gran polémica cuando sugirió: “simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros”. A pesar de su idea, seguimos agobiando a los niños con la ortografía y el complejo estudio de las reglas de la lengua, aunque escriban y lean muy mal. Es otra área que hay que reformar por completo para que efectivamente se consoliden las competencias comunicativas de las cuales hoy carecen los niños y jóvenes del país.
En Ciencias Naturales perdemos un tiempo muy extenso estudiando la tabla periódica, los símbolos químicos y los pesos atómicos; algo por completo impertinente en la era de Google e Internet. Es un tiempo totalmente desaprovechado en trivialidades, que a lo sumo nos sirve para responder exámenes del profesor de química y para resolver crucigramas. En anatomía perdemos la motivación y la energía estudiando listados de nombres interminables de huesos, arterias y músculos a los que hoy día tenemos a la mano con una sola tecla del computador o del celular.
En Ciencias Sociales no alcanza el tiempo para conocer la multiplicidad de nombres de accidentes geográficos de los diversos contextos regionales, nacionales e internacionales. Tampoco para intentar recordar presidentes, batallas o periodos históricos. Recuerdo ahora que cuando el Ministerio de Educación Nacional me solicitó la evaluación del programa de 4º de primaria hace ya 30 años, respondí que me parecía un excelente programa para una maestría en historia, pero por completo impertinente para niños que tienen dificultad para comprender lo relativos que son los conceptos en contextos diversos y que aún no logran ubicarse en una línea del tiempo histórico. Treinta años después, el problema es similar, aunque sin duda esta es un área en que la nueva Historia ha dado un pertinente cuestionamiento al generar preguntas relativas a los factores que generan las dinámicas sociales, económicas y políticas.
Es probable que muchos de ustedes piensen que lo anterior ha cambiado, que es excesiva la generalización que hago o que la escuela se está renovando. Aun así, me duele decepcionarlos. En matemáticas, por ejemplo, el 87% de los estudiantes colombianos de quince años se queda máximo en los dos primeros niveles evaluados por PISA y apenas el 13% llega a los niveles tres y cuatro de seis posibles. En lectura, como también indica PISA, y como he reiterado en otras ocasiones, tan sólo nueve de cada mil jóvenes alcanza la lectura crítica. ¿Será que sin ella se pueden estudiar las guerras del siglo XIX, las leyes físicas newtonianas o la naturaleza de los seres vivos?
Sin ninguna duda, la educación requiere una revolución muchísimo más estructural de lo que piensan la mayoría de los ciudadanos. Por ahora, les queda a los estudiantes el consuelo de que permanecen los descansos y las vacaciones y de que existen docentes que sí se dedican a las cuestiones esenciales de la vida. Desafortunadamente, siguen siendo menos de los necesarios. Estos innovadores son los que nos ayudarán a transformar las escuelas.
*Director del Instituto Alberto Merani y consultor en educación de las Naciones Unidas.

Neuromitos: Aprendizaje y cerebro




Algunas características del funcionamiento cerebral Algunos conocimientos sobre el cerebro que tienen interés para la enseñanza son: 

a) Que algunas dificultades en el aprendizaje se producen por alteraciones biológicas, y no se deben achacar a condiciones ambientales o a disposiciones personales. Así, se ha visto que la dislexia y la discalculia están asociadas con alteraciones en determinadas áreas del cerebro. 

b) El cerebro cambia a lo largo de la vida, creando y destruyendo conexiones neuronales según los aprendizajes que vamos haciendo. Esta plasticidad cerebral es muy alta en los niños, y se mantiene a lo largo de toda la vida aunque con menor intensidad que en la infancia. Cuando cesa de practicarse una habilidad aprendida, los cambios neuronales revierten y se van perdiendo. 

c) En algunos periodos de la vida hay más facilidad para ciertos aprendizajes (periodos sensibles u óptimos), pero el aprendizaje es posible en cualquier edad. Por ejemplo, para los sonidos del habla y del lenguaje estos periodos óptimos son relativamente cortos y se dan en edades tempranas; mientras que la adquisición de vocabulario se produce con facilidad similar a cualquier edad. 

d) El cerebro no madura hasta edades más avanzadas de lo que se pensaba hace unas décadas: hasta los 20 años de edad, aproximadamente. Por esto, en los adolescentes hay cambios cerebrales importantes, sobre todo relacionados con el aumento de las hormonas cerebrales, que influyen de forma muy notable en sus emociones. La adolescencia es una etapa con una capacidad de conocimiento normal, pero con un limitado control de las emociones que propicia conductas inestables. 

e) El funcionamiento cerebral se reduce en las personas mayores, pero seguir aprendiendo ayuda a retrasar la aparición de enfermedades neurodegenerativas. 

f) Un estilo de vida sano, con las horas de sueño adecuadas, buenas relaciones sociales y una alimentación equilibrada, contribuye a un mejor funcionamiento del cerebro y facilita el aprendizaje. 

g) Las emociones fuertes y duraderas (como el estrés elevado, el miedo o la ansiedad excesiva) reorganizan los circuitos neuronales del denominado “cerebro emocional” con una influencia negativa en nuestra conducta.

Los Métodos de Enseñanza


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La Motivación

Tipos de motivación
La motivación es un factor muy importante en la tarea del profesor, pues de ella depende en gran parte cómo el alumno afrontará sus estudios y las dificultades que le puedan surgir.
Es posible cambiar la actitud de los estudiantes ante su aprendizaje, desde que tengan por único objetivo la superación de los exámenes y de la asignatura a que realmente quieran asimilar y dominar la materia.
Para este fin resulta esencial identificar los diferentes tipos de intereses que les mueven. En el siguiente vídeo podrás conocer las dos principales fuentes de motivación para cualquier persona, aplicables también a los alumnos y a partir de las cuales podrás empezar a trabajar este aspecto fundamental de la enseñanza.

Metas de la motivación
Una vez presentados los conceptos de motivación intrínseca y extrínseca, cabe ahora reflexionar sobre cuáles deberían ser nuestros objetivos como profesores para la motivación de nuestros alumnos.
Se trata, en definitiva, de transmitir entusiasmo por nuestra parte; tanto hacia la materia como el modo de abordarla, que puede plantearse como un reto positivo.  Asimismo, resulta necesaria la prudencia a la hora de proponer actividades formativas equilibradas: ni muy fáciles ni muy difíciles, o demasiado libres ni demasiado dictadas. A continuación tratamos todos estos aspectos con más detalle.

Cómo motivar al estudiante
Ya hemos conocido las bases teóricas de la motivación, y toca pasar a la acción. Es cierto que se puede ayudar a los estudiantes de muy diversas formas. Sin embargo, por último te ofrecemos 7 consejos prácticos para la motivación, que pueden resultar muy útiles dependiendo de las características y circunstancias de cada alumno, y de la clase en su conjunto.

El Profesor Ante La Institución, La Familia Y La Sociedad



Educar: tarea compartida





Génesis del sistema escolar

El sistema de escolarización que siguen la mayor parte de los países no deja de ser una creación artificial que podría haber adoptado otras formas. En la génesis del actual modelo de escuela las visiones europeas y occidentales de la educación han tenido una influencia decisiva. Por ese motivo, a continuación nos centraremos en este ámbito geográfico, recorriendo a grandes rasgos algunos hitos de la evolución del sistema escolar. Este recorrido en absoluto pretende ser un resumen autorizado del proceso de escolarización, sino una simple selección de acontecimientos y sugerencias que el lector interesado podrá ampliar –si lo desea–, buscando más información sobre los diferentes períodos, teorías, corrientes educativas y autores. Durante muchos siglos, la sabiduría de los maestros individuales tenía que encontrar y elegir las formas de enseñar. La mayor parte de la formación se centraba en preparar a los jóvenes para las artes y oficios; y aquello que hoy llamaríamos “formación intelectual” era minoritaria. Asimismo es muy antigua la idea de formar un tipo de persona que reuniese las características de lo que en cada época se consideraba un “ideal”, especialmente cuando se pensaba en la educación del príncipe, el noble o el aristócrata.

a) La Antigüedad clásica El comienzo de esa teorización sobre cómo debe ser la educación y las características de esta “persona ideal” puede situarse en la Grecia clásica, a partir del siglo V a.C. Los grandes pensadores griegos ya se planteaban la necesidad de formar a las personas en sus aspectos morales, intelectuales y estéticos. La Academia de Platón enseñaba matemáticas y también música, astronomía, física, medicina y retórica. Aristóteles adopta un planteamiento más empírico; y, en sus últimos años de vida, funda el Liceo donde se enseñaba filosofía, lógica, física, biología, retórica, etc. Este planteamiento de la educación al servicio de una formación integral del hombre supuso un gran paso. El hombre griego ideal era un sabio, con sensibilidad estética y ejercitado en las habilidades tanto guerreras como deportivas: una exaltación de “hombre superior” que conllevaba aspectos negativos, por desgracia bastante comunes en la educación de todas las épocas. Se trataba de una educación reservada a las élites, y por lo general a los hombres; excluyendo a la mayoría de las mujeres. También tenía un alto componente racista, con el consiguiente riesgo de despreciar y maltratar a los extranjeros o a los considerados inferiores. Algunos aspectos de interés para quien quiera profundizar en la educación de esta época son el pensamiento de Sócrates (muerto en el 399 a.C.), Platón (427-347 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.); algunos sofistas, los espartanos y la adopción del ideal educativo griego por parte de los romanos. 2

 b) La Edad Media Tras la caída del Imperio romano de Occidente y las invasiones bárbaras, se suceden unos siglos social y políticamente convulsos. Durante estos la cultura y la educación se transmiten fundamentalmente a través de los monasterios. En la Edad Media (del siglo IX al XIII), sobre todo en el ámbito eclesiástico, se elabora un plan de formación intelectual donde se termina otorgando un título –bachiller, maestro, etc.– a aquellos que han seguido un itinerario de formación determinado. A finales del siglo XI se fundan en el mundo cristiano las primeras universidades. Este tipo de estudios marcan el nacimiento del sistema escolar que fue precursor del actual. Se caracterizaba por ofrecer formación intelectual en instituciones establecidas que otorgaban títulos. En ellas se enseñaban el trívium (gramática, dialéctica y retórica), y el quadrivium (aritmética, astronomía, geometría y música); así como medicina, derecho y teología. Las universidades, los monasterios y las escuelas catedralicias son las principales instituciones que –bajo la tutela de la Iglesia– educaban a los miembros del clero, a los religiosos y a las élites aristocráticas. También enseñaban a los pobres en escuelas financiadas por la Iglesia o por los municipios; y tampoco eran raros los casos de mujeres cultas y bien educadas aunque esto no dejase de ser excepcional. En esa época había pocos libros y eran costosos; por lo que se pensaba que la mejor forma de instruirse era que el alumno memorizara la ciencia producida por los grandes sabios (de autoridad indiscutida), principalmente estudiando y comentando las Sagradas Escrituras y algunos autores clásicos. De esta manera, el sistema de enseñanza se basaba en el dictado y memorización de las lecciones así como la autoridad de los maestros; sin olvidar la importancia de las matemáticas, la música o la retórica. Aunque a veces se tenga una consideración negativa de esta época, fueron siglos de gran producción intelectual y notables avances tecnológicos. Desde el punto de vista de la estructura escolar, su influencia perdura en la actualidad. Para conocer mejor los planteamientos educativos en estos siglos, puede resultar interesante informarse sobre Alcuino de York (s. VIII) y las escuelas que fundó, las primeras universidades, la escolástica y Tomás de Aquino (ca. 1224- 1274). 3

c) El Renacimiento El Renacimiento trajo un impulso de los estudios clásicos. La imprenta conllevó la difusión y el abaratamiento de los libros; y la reacción frente a los métodos de enseñanza medievales introdujo planteamientos docentes más centrados en el niño y en el joven que no solo valoran el aprendizaje memorístico de conocimiento, sino también la música, el baile, la poesía y la literatura, con el ideal de formar un hombre culto. La educación sigue siendo patrimonio, principalmente, de las clases pudientes y de la nueva burguesía; aunque junto a las escuelas para los nobles y las clases acomodadas, tanto la Iglesia -a través de las parroquias- como los municipios impulsan muchas escuelas populares que extienden la educación a los pobres. Vittorino de Feltre (ca. 1372-1446), Francois Rabelais (1494-1553), Michel de Montaigne (1553-1592) o Luis Vives (1492-1540) son autores que pueden resultar interesantes si se quiere saber más sobre cómo se planteaban la educación en esta época.

d) La Ilustración y la Modernidad Las revoluciones de finales del siglo XVIII y principios del XIX, los planteamientos de la Ilustración y, en general, los movimientos tanto políticos como sociales de los siglos XIX y XX trajeron grandes cambios sociales que supusieron muchos vaivenes en la concepción de la enseñanza y del papel de la escuela; con avances y retrocesos en la extensión de la escolarización y en los planteamientos pedagógicos. Hasta muy avanzado el siglo XX no hubo una extensión de la educación primaria a casi todos los países desarrollados y una plena incorporación de la mujer a la escuela. En la evolución hasta la universidad moderna fue especialmente relevante la reforma de la universidad alemana, impulsada por Wilhelm von Humboldt. Algunos pensadores importantes para la educación en estos siglos fueron, entre otros, J.J. Rousseau (1712-1778); J. H. Pestalozzi (1746-1827); J. F. Herbart (1776-1841); Schleiermacher (1768-1834); Wilhelm von Humboldt (1767-1835); John Dewey (1859-1952); Lev Vigotsky (1896-1934) y un largo etcétera que se puede localizar en cualquier obra autorizada de filosofía o de teoría de la educación. A lo largo de estas centurias el sistema escolar se va asentando con las características comunes que hemos citado, y su estructura y organización básicas se mantienen muy estables. Se suele decir que hay una gran similitud entre la escuela de hace tres o cuatro siglos y la actual por la organización en aulas, grupos, la posición del profesor en clase, sus responsabilidades, etc. Es decir, la mayoría de los ciudadanos del mundo en los últimos años se han educado en la escuela, acudiendo a un aula, bajo la tutela de un profesor que explicaba unos conocimientos y que luego le examinaba -de una u otra forma- para comprobar el nivel de conocimiento que había adquirido.



Profesional De La Docencia


 Competencias del profesor 

a) El conocimiento de la materia Conocer bien una materia incluye: 
● Tener un mapa bien jerarquizado de los contenidos, distinguiendo lo sustancial de aquello que no lo es 
● Dominar los conocimientos previos imprescindibles para entender esa materia, y 
● Conocer bien la terminología específica. 

Además de estos requisitos para un conocimiento sólido de la materia, hay que entender la forma que esa ciencia tiene de enfocar el conocimiento (porque las distintas ciencias entienden el conocimiento con diferentes matices) y los métodos de investigación que se usan en ese campo. 

En la práctica, esto significa que el profesor debe tener un conocimiento extenso, profundo y actualizado de la materia que va a impartir; entendiendo bien los conceptos - sobre todo los más centrales-, sabiendo cuáles son los problemáticos y siendo capaz de poner ejemplos de la vida real. 
Asimismo, el profesor debe tener la materia “reflexionada”, no solo en el sentido de “conocida”; sino también “pensada”: 
¿Cuáles son su sentido y sus límites dentro del conocimiento? 
¿Cuál es su desarrollo histórico? 
¿Cómo se conoce en este campo de estudio? 
¿Qué dificultades pueden tener mis alumnos? 

Que el profesor esté entusiasmado por su materia, que esta le cause admiración, le fascine y a la vez suponga un desafío es un complemento muy poderoso para su enseñanza. 

El conocimiento académico debe estar acompañado de la preparación pedagógica y didáctica correspondiente, para disponer esa materia de la manera más adecuada al aprendizaje que los alumnos deben hacer y sus características o condicionantes concretos.

 b) La planificación Planificar supone definir los objetivos de aprendizaje que los alumnos deben conseguir, elegir las acciones docentes que mejor les ayuden a aprender, así como diseñar los métodos de evaluación que permitirán conocer si se han conseguido esos objetivos y en qué medida. La planificación es una tarea engañosa. Con mucha frecuencia, los profesores adoptan formas de enseñar poco reflexionadas. Enseñamos como se nos enseñó a nosotros; sin buscar nuevas formas más eficaces, adecuadas a las características personales del profesor y de los alumnos. Todo profesor debería reflexionar sobre su planificación, y si está siendo crítico con su formas de hacer; si está buscando nuevos diseños docentes con creatividad y prudencia. Esta reflexión debe hacerse durante y al finalizar el curso, para así poner las medidas correctivas necesarias. Debemos estar preparados para el fracaso, pues plantear nuevas formas de hacer y afrontar rápidamente situaciones difíciles supone un riesgo. 

2 El tema de la planificación se trata con más detalle en el curso anterior de Profesor 0.0: “Enseñar una asignatura”: https://miriadax.net/web/profesor-00-ensenar-una-asignatura 

c) La comunicación Buena parte del trabajo del profesor consiste en la comunicación. No solo con sus alumnos, sino también con los padres, los demás profesores o la sociedad en general. 

Comunicar bien es fundamental en el liderazgo educativo que el profesor debe ejercer para facilitar el aprendizaje de los alumnos. 
De la comunicación, conviene reflexionar sobre 4 aspectos: la actitud ante el oyente, la claridad expositiva, la expresividad y la receptividad. 
● La actitud ante el oyente incluye la disposición de confiar en que le interesará el mensaje, y de que será capaz de acogerlo y asimilarlo. Se manifiesta fundamentalmente en el lenguaje no verbal (la mirada, la sonrisa, los gestos con la cabeza o las manos, la expresión corporal, etc.). 
● La claridad supone que los mensajes se expresen de forma correcta, concisa y ordenada; que estén integrados en una estructura que incluya antecedentes y conclusiones. Cuando sea necesario, hay que señalar la transición entre unos mensajes y otros para diferenciarlos dentro de la continuidad. También son importantes la preparación gestual y el ritmo de comunicación, para centrar la atención en el mensaje. Esto se puede realizar articulando la voz, así como escogiendo bien la velocidad y los énfasis que transmitan adecuadamente el mensaje. 
● La expresividad es fundamental para motivar al oyente. Se basa en el convencimiento del profesor sobre el interés y la importancia de lo que comunica, y de que tenga un alto nivel de entusiasmo por la materia que imparte. La expresividad contempla además cierta teatralidad (gestos, modulación de voz, etc.) que acompañe al mensaje sin ser exagerada. 
● La receptividad significa que el profesor lee los mensajes no verbales de los alumnos y en consecuencia sabe si están siguiendo su comunicación; si la entienden o están perdidos. Según lo que ocurra, el profesor puede corregir la situación mediante el énfasis, el lanzamiento de una pregunta, un cambio de actividad, etc. Para comunicar bien es necesario preparar la clase o lo que se va a explicar; no solo el contenido, sino también la forma en que se transmitirá. Cultivar esta competencia exige conocernos e identificar los puntos en los que debemos mejorar y ensayar. Para esto, conviene conocer la opinión de otros profesores compañeros, a quienes podemos invitar a nuestra clase, y también de los alumnos. 

3 d) El liderazgo docente Al ejecutar su docencia, el profesor que ya la ha diseñado es, por una parte, director de las acciones que los alumnos deben realizar. Y, por otra parte, él mismo debe ejecutar otras actuaciones. Algunos elementos importantes del liderazgo docente son la equidad y la justicia, la serenidad, la empatía y la actitud de escucha, la exigencia, así como la puntualidad y el orden. 

● La equidad y la justicia. Los alumnos son muy sensibles a que se tomen decisiones sin tenerles en cuenta. Es importante no sólo que seamos justos y equitativos, sino que los alumnos también lo perciban así. 

● La serenidad. Para solucionar los conflictos que surgen en clase y mantener la autoridad del profesor, es importante enfocar los problemas con serenidad. Si es necesario, conviene aplazar las resoluciones hasta que podamos afrontar el tema con calma. Los enfados y los malos modos no conducen a nada positivo. 

● La empatía y la actitud de escucha. En cualquier relación humana de calidad, es importante esforzarse por comprender las limitaciones y los motivos del otro en sus actuaciones; acoger con flexibilidad las distintas situaciones y ver siempre personas necesitadas de atención. Esto es además muy eficaz desde el punto de vista docente. 

● La exigencia. Para el estudiante resulta mucho más formativo hacer menos cosas, pero bien acabadas y a tiempo. La exigencia al alumno debe ir acompañada de que el profesor haga todas las tareas que le corresponden. Implica una cierta rigidez, manteniendo el equilibrio con la flexibilidad que toda tarea necesita. 

● La puntualidad y el orden. Su ausencia dañan notablemente la docencia y la autoridad del profesor. e) Las competencias técnicas y culturales Algunas destrezas y conocimientos, aunque son menos nucleares, resultan bastante útiles, como: 

● La habilidad informática 

● El conocimiento de las características psicológicas de las diferentes edades, de los procesos de aprendizaje y algunas patologías. 

● La cultura del centro donde se trabaja, el sistema educativo y la enseñanza en general. 

f) La reflexión Ser reflexivo consiste en conocer cada vez mejor nuestras propias características personales, la eficacia de nuestro trabajo docente y pensar las mejoras que podemos introducir. Partir de que probablemente la forma en que enseñamos se puede mejorar, se traduce en que estamos abiertos con prudencia al cambio, a aprender y dejarnos aconsejar.


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