LÍDERES POLÍTICOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX


LÍDERES POLÍTICOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX 


Profesor: Dr. D. Ángel Bahamonde Magro 
Días: Viernes. Del 24 de febrero al 9 de junio de 2017 
Horario 10:30 - 13:30 horas 
Horas Lectivas: 45 horas Sesiones: 15 Horas/Semana: 3 horas 

Programa

1. Conrad Adenhauer, Jean Monnet, Robert Schuman. El proyecto de la Unión Europea. 

2. Juan Domingo Perón y los populismos en América Latina. 

3. J. F. Kennedy: la nueva frontera en Estados Unidos. 

4. Charles de Gaulle, fundador de la V República francesa. 

5. Tito, Sukarno, Neru: el movimiento de los no alineados. 

6. África en la encrucijada: Patricio Lumumba y los movimientos de independencia. Nasser y el panarabismo. 

7. Golda Meir, la consolidación del Estado de Israel. 

8. Fidel Castro, Ernesto Che Guevara: la proyección de la revolución cubana en América Latina. 

9. Nikita Kruschev: el proyecto frustrado de reforma del comunismo estalinista. 

10. De Margaret Thatcher a Ronald Reagan: la recreación del capitalismo por la vía neoliberal. 

11. Las élites políticas de la Alemania Federal. 


12. Mao Tse Tung: las claves del comunismo chino. 

13. Ho Chi Minh y la guerra de Vietnam.

14. Salvador Allende y el proyecto de implantación del socialismo por la vía electoral.



15. La gerontocracia del Este de Europa y la caída del muro de Berlín.





1. Conrad Adenhauer, Jean Monnet, Robert Schuman. El proyecto de la Unión Europea. 

Principales Etapas de la Unión Europea




Los padres fundadores de la UE


Los siguientes líderes visionarios inspiraron la creación de la Unión Europea en la que vivimos hoy. Sin su energía y su motivación no tendríamos esta zona de paz y estabilidad que ahora damos por supuesta. Desde miembros de la resistencia hasta abogados, los padres fundadores eran un grupo heterogéneo de personas que compartían los mismos ideales: una Europa pacífica, próspera y unida. Además de ellos, muchos otros han trabajado infatigablemente y han inspirado el proyecto de Europa. La redacción de la presente sección sobre los padres fundadores se encuentra aún en curso.



1945 - 1959


Una Europa pacífica: los albores de la cooperación


La Unión Europea nació con el anhelo de acabar con los frecuentes y cruentos conflictos entre vecinos que habían culminado en la Segunda Guerra Mundial. En los años 50, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero es el primer paso de una unión económica y política de los países europeos para lograr una paz duradera. Sus seis fundadores son Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Ese período se caracteriza por la guerra fría entre el este y el oeste. Las protestas contra el régimen comunista en Hungría son aplastadas por los tanques soviéticos en 1956. En 1957 se firma el Tratado de Roma, por el que se constituye la Comunidad Económica Europea (CEE) o "mercado común".

1960 - 1969

Una etapa de crecimiento económico

La década de los 60 es un buen momento para la economía, favorecido, entre otras cosas, porque los países de la UE dejan de percibir derechos de aduana por las transacciones comerciales entre sí. También acuerdan ejercer un control conjunto de la producción alimentaria para que, de este modo, todo el mundo tenga suficiente para comer. Esto da pronto lugar a un excedente de producción agrícola. Mayo de 1968 es recordado por la revuelta estudiantil en París, y muchos cambios en la sociedad y los hábitos de vida se relacionan con la llamada "generación del 68".

1970 - 1979

Una Comunidad creciente: la primera ampliación

El 1 de enero de 1973, Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido entran en la Unión Europea, con lo que el número de Estados miembros aumenta a nueve. La guerra araboisraelí de octubre de 1973, breve pero cruel, da lugar a una crisis de la energía y a problemas económicos en Europa. Con el derrocamiento del régimen de Salazar en Portugal en 1974 y la muerte del general Franco en España en 1975 desaparecen las últimas dictaduras "de derechas" de Europa. La política regional de la UE empieza a transferir grandes cantidades de dinero para la creación de empleo e infraestructuras en las zonas más pobres. El Parlamento Europeo aumenta su influencia en los asuntos de la UE y, en 1979, es elegido por primera vez por sufragio universal. En la década de 1970 se intensifica la lucha contra la contaminación. La UE adopta nuevas disposiciones para proteger el medio ambiente e introduce por primera vez el concepto de "quien contamina, paga".

1980 - 1989

El rostro cambiante de Europa: la caída del muro de Berlín

El sindicato polaco Solidarność y su dirigente, Lech Walesa, se hacen famosos en Europa y en todo el mundo tras las huelgas de los astilleros de Gdansk en el verano de 1980. En 1981 Grecia pasa a ser el décimo miembro de la UE y, cinco años más tarde, se suman España y Portugal. En 1986 se firma el Acta Única Europea, tratado que constituye la base de un amplio programa de seis años, destinado a eliminar las trabas a la libre circulación de mercancías a través de las fronteras de la UE, y que da así origen al "mercado único". El 9 de noviembre de 1989 se produce un vuelco político importante cuando se derriba el muro de Berlín y, por primera vez en 28 años, se abre la frontera entre las dos Alemanias, la del este y la del oeste, lo que lleva a su unificación en octubre de 1990.

1990 - 1999

Una Europa sin fronteras

Con la caída del comunismo en Europa central y oriental, los europeos se sienten más cercanos. En 1993 culmina la creación del mercado único con las "cuatro libertades" de circulación: mercancías, servicios, personas y capitales. La década de 1990 es también la de dos tratados: el de Maastricht (Tratado de la Unión Europea) en 1993 y el de Ámsterdam en 1999. Los ciudadanos se preocupan por la protección del medio ambiente y por la actuación conjunta en asuntos de seguridad y defensa. En 1995 ingresan en la UE tres países más: Austria, Finlandia y Suecia. Los acuerdos firmados en Schengen, pequeña localidad de Luxemburgo, permiten gradualmente al ciudadano viajar sin tener que presentar el pasaporte en las fronteras. Millones de jóvenes estudian en otros países con ayuda de la UE. La comunicación se hace más fácil a medida que se extiende el uso del teléfono móvil y de Internet.

2000 - 2009

Expansión

El euro es la nueva moneda de muchos europeos. Cada vez más países lo adoptan durante esta década. El 11 de septiembre de 2001 se convierte en sinónimo de "guerra del terror", tras el secuestro y colisión de varios aviones contra edificios de Nueva York y Washington. Los países de la UE comienzan a colaborar más estrechamente contra la delincuencia. Cuando, en 2004, diez nuevos países ingresan en la UE, seguidos por Bulgaria y Rumanía en 2007, las divisiones políticas entre la Europa del este y del oeste se dan por zanjadas definitivamente. La crisis financiera sacude la economía mundial en septiembre de 2008. El Tratado de Lisboa, que aporta instituciones modernas y métodos de trabajo más eficientes a la UE, es ratificado por todos los Estados miembros de la UE antes de su entrada en vigor en 2009.

2010 - hoy

Una década delicada

La crisis económica mundial golpea de lleno en Europa. La UE ayuda a varios países a hacer frente a sus dificultades y establece la "unión bancaria" para crear un sector bancario más seguro y fiable. En 2012 se entrega el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. En 2013 Croacia se convierte en el 28º miembro de la UE. El cambio climático sigue teniendo un lugar destacado en la agenda y los dirigentes acuerdan reducir las emisiones nocivas. En 2014 se celebran las elecciones europeas y los euroescépticos ganan escaños en el Parlamento Europeo. Se establece una nueva política de seguridad a raíz de la anexión de Crimea a Rusia. Aumenta el extremismo religioso en Oriente Próximo y en diversos países y regiones de todo el mundo, dando lugar a revueltas y guerras que llevan a muchas personas a huir de sus hogares y buscar refugio en Europa. La UE no solo se enfrenta al dilema de cómo atenderlos, sino que también es objetivo de varios ataques terroristas.

Conrad Adenhauer


Jean Monnet

Robert Schuman




2. Juan Domingo Perón y los populismos en América Latina.

La irrupción del populismo en diferentes regiones y lugares, en épocas similares o diacrónicas muestran la característica, en cierto modo, adaptativa y ecléctica, de responder a determinadas condiciones comunes de atraso y desigualdad social y económica que traspasan las barreras del tiempo y el espacio
Por ello, el populismo tenía bastantes motivos para resurgir –con variantes, obviamente- en los países del llamado "Tercer Mundo". Y América Latina dio el primer paso. 
Origen
  1. Según estos autores, el populismo de la primera mitad del siglo XX  es una "etapa", determinada por "la conformación definitiva de la sociedad de clases", dentro de un contexto de industrialización y acelerada urbanización. Este período superó la época del "Estado Oligárquico", Oligárquico dominada por relaciones estamentales o de casta creadas por el colonialismo mercantilista ligado al régimen esclavista.
  1. El origen del populismo está ligado a la crisis del Estado Oligárquico. El populismo sucede a una serie de movimientos antioligárquicos de clase media (irigoyismo, tenientismo, por ej.), que estaban revestidos de un espíritu liberal y que buscaban el establecimiento de un estado de tipo Liberal (económica y políticamente hablando), difundiendo una serie de ideas sobre el progreso económico, la reforma institucional, la democratización, la libertad, etcétera. Sin embargo es la nueva estructura de clases, creada por la creciente urbanización, la inmigración campo-ciudad, el desarrollo industrial, el crecimiento del sector de servicios, la que pone en jaque al sistema oligárguico. En esta crisis, c juegan un papel importante además, tres acontecimientos externos (I Guerra MundialDepresión Económica de los 30, y II Guerra Mundial) que funcionaron como rupturas estructurales en las naciones de economía dependiente.
  2. Las mencionadas crisis mundiales provocaron convulsiones políticas internas en los países dependientes del capitalismo, como lo eran los latinoamericanos, o propiciaron eclosión de fuerzas políticas, sociales y económicas que se encontraban controladas durante la vigencia de los gobiernos oligárquicos. De esta forma, el populismo histórico latinoamericano correspondió a una fase de las transformaciones del Estado capitalista, en que la burguesía agroexportadora y la burguesía minera y comercial pierden el monopolio del poder político en provecho de las clases sociales urbanas (burguesía industrial, clase media, proletariado industrial, militares, intelectuales).
Configuración del populismo
  1. El populismo en América Latina fue una alianza entre clases sociales antagónicas, en proceso de formación (burguesía, por un lado, y proletariado, campesinos y clases medias, por el otro), guiadas por el propósito de confrontar y derribar el Estado Oligárquico, heredero del colonialismo, que desde el siglo XIX predominaba en todos los países del subcontinente. A nivel externo se luchó contra un enemigo llamado imperialismo norteamericano.
  2. El período del ascenso y auge del populismo es llamada por Octavio Lanni, "época de la política de masas", en la cual la burguesía industrial asume el liderazgo ostentoso de las luchas reivindicativas y reformistas de la clase obrera y otros grupos populares. En estos años fueron creadas nuevas organizaciones técnicas y estilos de liderazgo político, surgiendo una ideología peculiar, llamada el "principio de paz social" o "armonía entre las clases", el cual adquirió primacía sobre las ideas y prácticas políticas inspiradas en los antagonismos de clase. La unión táctica de grupos de intelectuales, clases populares, y sectores de la burguesía y de las fuerzas armadas se consolidó con el fin de acelerar las rupturas estructurales que habían debilitado a la oligarquía y al imperialismo. Obviamente, se jugaban intereses diversos, pero todos coincidían en que el desarrollismo nacionalista era una estrategia posible, primordial y urgente.
  3. Dentro de esta "pacto" es necesario diferenciar dos tipos de populismo: Uno, el de las altas esferas (gobernantes, políticos, burgueses, profesionales, políticos, demagogos), que utilizan tácticamente a las masas trabajadoras y a los sectores más pobres de la clase media. Dos, el populismo de las masas (trabajadores, migrantes rurales, baja clase media, estudiantes radicales, intelectuales de izquierda). En situaciones normales, perecía existir una armonía total entre estos dos populismos. Sin embargo, en los momentos críticos, cuando las contradicciones políticas y económicas se agudizaban, el populismo de las masas tendía a asumir formas revolucionarias. En estas situaciones ocurre la metamorfosis de los movimientos de masas en lucha de clases. Por su parte, el populismo de las altas esferas abandonó a su suerte a las masas, sin antes impedir que den el paso decisivo en las luchas políticas.
  4. La burguesía industrial emergente, entonces, acabó por mantener su preponderancia sobre las otras fuerzas políticas combinadas en el pacto populista, asumiendo el liderazgo directo de las luchas reivindicativas y reformistas de las clases obreras y de amplios sectores de la clase media. A fin y cuentas, esa burguesía, aliada con militares, intelectuales, clase media, era la clase victoriosa en la lucha contra la oligarquía. La burguesía controló a las demás clases sociales integradas en el Pacto Cualquier intento de giro hacia la izquierda era rápidamente evitado con cierta dosis de autoritarismo o violencia reaccionaria. Cuando la politización de las masas amenazó con descontrolar el movimiento, el golpe de Estadoresolvía el problema.
  5. Y es que en la nueva configuración del sistema de clases propiciada por los procesos de urbanización e industrialización, entre otros, no existían las condiciones sociales necesarias para el fortalecimiento de posiciones radicales (como eran las socialistas). Muchas de las propuestas expresadas por estos grupos, estaban tomadas directamente de Europa sin ninguna reelaboración contextual, y por lo tanto, no tenían mayor apoyo popular. Además, según el autor, las condiciones en las cuales se encontraba la clase obrera en las crecientes ciudades, la conciencia de movilidad social superaba a la conciencia de clase. Los trabajadores recién llegados a las ciudades estaban en un proceso de resocialización. Si bien una parte de ellos fue sindicalizada y politizada, la mayoría permanece fuera de los cuadros políticos institucionales. En general, esa mayoría no tenía mayor conciencia política; su participación se limitaba a las elecciones, a los movimientos de masas, facilitando los liderazgos carismáticos y su manipulación por demagogos.
  6. Para la gran mayoría de los adeptos al populismo, lo que estaba en juego era el ascenso económico y social. En un plano secundario se colocaba la democratización de las organizaciones y las relaciones sociales. En la mayoría de los casos el objetivo era lograr una estrategia política de desarrollo económico nacional que exigía un cambio en el manejo de las estructuras de poder, el manejo de las relaciones entre el Estado y la sociedad.
  7. El populismo latinoamericano aparece como un fenómeno urbano; su base social y económica está en las ciudades más desarrolladas y en las que los sectores secundario y terciario tienen mayor dinamismo.
  8. En algunos países con fuerte presencia indígena y con tradición comunitaria en las bases (Perú, México) el populismo sufrió una variante respecto al modelo urbano y capitalista al revestirse de en elemento tradicionalista y anticapitalista, idealizando la aldea comunal indígena y sus valores.
El populismo en el poder
  1. Por lo que respecta a sus fines económicos más generales, los movimientos y gobiernos populistas fueron abiertamente favorables a la industrialización y a la hegemonía de la industria sobre la agricultura y la minería. A la industrialización se la tomaba como equivalente del desarrollo económico en general, e indicador de bienestar social para el proletariado, mientras que los sectores agropecuario y minero eran considerados causas fundamentales de atraso económico y social. ¿Por que?. Los populismos consideraban que la exportación de materias primas y dependencia económica eran sinónimos para un país que no poseía industria. En este sentido aparecía ligado el nacionalismo, respondiendo a un propósito económico. En la medida en que desarrollaba una reorientación del subsistema económico nacional y cierta ruptura con el imperialismo, el populismo tenía algún compromiso con la idea de un capitalismo nacional y de una burguesía nacional. Para ello era indispensable un Estado fuerte que controlara las relaciones económicas capitalistas, que garantizara la nacionalización de la economía.
  2. El populismo, en los países donde llegó al poder, adquirió formas autoritarias y algunas de ellas, dictatoriales. El peronismo, cardelismo, getulismo, velasquismo, marinismo, etc. Tenían en común un marcado acento autoritario- paternalista. Estaba en juego una estrategia política de desarrollismo nacional, junto a un remodelamiento de estructuras de poder. Por lo tanto, las masas debían permanecer bajo el control estratégico de la burguesía, el cual sería el encargado de idear y conducir el proceso. El gobierno populista aceptó apenas la coraza política que las masas le podían propiciar (votos, comicios, huelgas, etc.), pero bajo ningún concepto aceptó la defensa armada por parte de trabajadores y estudiantes. Cualquier defensa armada sostenida en las masas colocaba al poder burgués automáticamente, en el camino de su liquidación.
  3. El populismo en el poder hizo una combinación sui generis de sistemas de movilización y control de las masas asalariadas urbanas con el aparato estatal. En una democracia representativa, tiende a haber una separación clara entre el Estado, el partido del gobierno y las bases populares. En el populismo ocurre una combinación singular entre el Estado, el partido gubernamental y el sistema sindical. Por esta combinación, algunos ven semejanzas con el Estado Socialista y el Estado Fascista. Sin embargo existen diferencias fundamentales: en el estado Fascista, la combinación se realiza de acuerdo con las exigencias de la dictadura de la burguesía y del capitalismo monoplista; en el Estado Socialista, esta vinculación se realiza según las exigencias de la dictadura del proletariado y de la socialización de los medios de producción. En el Populismo, el sistema de poder Estado - Partido - Sindicato se apoya en la alianza de clases, bajo la égida directa o mediatizada de la burguesía. El Estado populista es propuesto e impuesto a la sociedad como si fuera el mejor y único intérprete del "pueblo" (proletariado, campesinos, estudiantes, clase media), sin la mediación de los partidos. El pueblo ve al Estado a su guardián, intérprete, portavoz y realizador.
  4. Una característica importante es la relación establecida con los asuntos económicos internos y externos. Dado el contexto de crisis del capitalismo internacional y de caída de la economía primaria exportadora en el que los populismos nacieron, los gobiernos populistas actuaron con medidas financieras correctivas y alternativas, destacándose el impulso a la industrialización sustitutiva de importaciones, y el intervencionismo económico. Bajo el gobierno populista el aparato estatal adquirió nuevas dimensiones como fuerza productiva, como agente económico. El Estado populista afectó sin duda la organización política de las formas de producción en una época en que crecieron las fuerzas productivas y el mercadointerno.
  5. El populismo, latinoamericano puede considerarse como arrevolucionario, en tiempos normales. Es escencialmente reformista, apoyando la doctrina de la "paz social" entre las clases sociales. En tiempos de crisis, sin embargo, el populismo revela su contenido antirrevolucionario. En épocas de crisis, las organizaciones, técnicas, liderazgos e ideologías populistas se revelan incapaces de transformarse en el sentido de la revolución. En la mayor parte de los casos, los cuadros burgueses y de la clase media se alían con los otros grupos de las clases dominantes, abandonando a su suerte a las masas. Las contradicciones estructurales internas y externas se agudizaron, llevando al colapso al populismo como modelo político de desarrollo y emancipación. De esta forma, La paradoja del populismo latinoamericano está en que estaba fundado en un pacto de clases sociales. Por lo tanto, cuando se rompió esta alianza, la ruptura se debió principalmente a las contradicciones desarrolladas entre las clases que componen el propio populismo. Generalmente hubo un resentimiento entre los miembros de la alianza y una mayor precisión en los perfiles de cada clase social.


Leer más:


Juan Domingo Perón




1 - Ingreso al Ejército

Para 1915, Juan Domingo Perón ya era un egresado de la escuela militar y ocupaba el grado de teniente. Las fuerzas armadas lo marcaron en su lógica estratégica a la hora de interpelar las relaciones de poder que se iban desprendiendo de la política.


  2 - Fin de la década infame. Llegada al poder en 1943 por medio del GOU.

Luego del golpe de 1930 que derrocó el gobierno de Hipólito Yrigoyen, la Argentina se vio envuelta en una década marcada por las crisis económicas a nivel mundial pero preferentemente por la corrupción interna y el fraude electoral. En 1943, un grupo de jóvenes coroneles encabezados por Arturo Rawson derrocaron el gobierno de Ramón Castillo, quien estaba completando el mandato de Ramón Ortiz.

Juan Domingo Perón, formó parte del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) en la planificación. Además, buscaban garantizar la neutralidad en medio de la segunda guerra mundial.


3) Encarcelamiento en la Isla Martín García

El 12 de octubre de 1945 es detenido y trasladado a la Isla Martín García. Días previos al 17 de octubre crece la inquietud obrera por el destino de su líder. Eva Duarte recorre infatigablemente todos los lugares posibles para obtener su libertad. Es cobardemente golpeada en plena calle, por estudiantes universitarios que la reconocen. 


  4) Revolución peronista - 17 de octubre de 1945

La CGT en votación dividida durante la noche del 16 y la madrugada del 17, declara huelga general en reclamo por la libertad del coronel Perón, pero para el día 18. La medida no será conocida por el pueblo, que igualmente saldrá a la calle el 17. Perón es trasladado a las 3.30 de la madrugada al Hospital Militar de Buenos Aires para un revisación médica. El pueblo trabajador se moviliza masivamente desde todo el cordón suburbano y recorre la ciudad hasta concentrarse en Plaza de Mayo. Reclama su libertad. Antes de medianoche es liberado y le habla desde los balcones de la Casa Rosada al pueblo trabajador. Nace el día de la lealtad.
   5) Casamiento con Eva Duarte, "Evita"

El 10 de diciembre de 1945 se casó en La Plata, con quien sería su compañera de vida y la abanderada de los humildes, Maria Eva Duarte.


    6) Las principales conquistas sociales de su gobierno

Para construir una patria justa, libre y soberana, logró la dignificación del trabajo, la humanización del capital, la protección al desvalido, una prodigiosa multiplicación de escuelas y hospitales, la avasallante potencialidad industrial de tantas fábricas levantadas y las mejoras al obrero y al peón rural. La clase trabajadora participaba en más de la mitad de la renta nacional (hoy apenas supera el 20%) y gozaba de pleno empleo y de las mejores y más avanzadas leyes sociales de la historia. Se instituyó la jubilación, el aguinaldo, las vacaciones pagas, la indemnización.

Se produjo una fenomenal revolución, inmensa, que alumbró el siglo, y que finalmente hizo realidad la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación 

  7) Liderazgo del movimiento desde el exilio y la proscripción del peronismo en Argentina

Paraguay, Panama, Nicaragua y finalmente Madrid, España, fueron los lugares por los que el generla Perón pasó sus años de exilio, al encontrarse prohibído en nuestro país y el peronismo estar proscripto para participar de cualquier tipo de elección.

Los distintos gobiernos dictatoriales, y aquellos elegidos en una democracia limitada, llevaron adelante un proceso de desperonización y deseoligización de la sociedad. Ningún partido, ni facción militar pudo instalar un delfín que aglutine las demandas de la sociedad, ya que la representación de la mayor parte se encontraba prohibida. 

18 años estuvo alejado del país. Durante sus años de exilio Perón publicó varios libros: Los Vendepatria (1956), La fuerza es el derecho de las bestias (1958), La Hora de los Pueblos (1968), etc. 
  8) La Resistencia 
El período de resistencia peronista, se dio entre el derrocamiento en 1955 y la asunción de Hector José Cámpora. En estos años, Perón condujo al movimiento desde el exilio, mientras surgían nuevas corrientes juveniles al interior del movimiento, como así también nuevas facciones sindicales que esperaban y luchaban por la vuelta del líder.


  9) Regreso al país y su tercera presidencia



Perón regresó definitivamente al país el 20 de junio de 1973, luego de estar exiliado durante 18 años. El presidente Cámpora renunció el 13 de julio del mismo año para que el líder del movimiento pudiera presentarse. 

Finalmente, el 12 de octubre de 1973 asumió su tercera presidencia tras conquistar el 62% de los votos. Su compañera de formula, fue quien ese momento ya era su esposa: María Estela Mártinez. 
  10) El final: 1 de julio de 1974

Juan Domingo Perón falleció el 1 de julio de 1974, en la Quinta de Olivos,135 debido a un paro cardíaco resultado del agravamiento de la cardiopatía isquémica crónica que padecía. El anuncio al país fue realizado por su viuda, la vicepresidenta María Estela Martínez, que poco después asumió la presidencia.

Por decisión del entonces presidente Nestor Kirchner, los restos del general Perón fueron trasladados a la quinta de San Vicente el 17 de Octubre de 2006.
 



3 J. F. Kennedy: la nueva frontera en Estados Unidos. 

Lo curioso de las elecciones de 1960, año en que se iba a iniciar una década que tendría un final turbulento, es que ambos candidatos a la presidencia fueron dos centristas perfectamente integrados en la política tradicional. En el Partido Republicano, Richard Nixon, vicepresidente con Eisenhower, era un político alejado del mundo del establishment republicano del Este, más liberal. Cercano a la maquinaria del partido, al mismo tiempo estaba situado algo más a la izquierda que el presidente saliente. 
Durante la campaña, Eisenhower se dedicó a defender su gestión y en la práctica "ninguneó" a Nixon diciendo que no recordaba ningún aspecto en que el vicepresidente hubiera influido de forma particular. Mientras Nixon actuó de una forma mucho más partidista, Eisenhower, que no apreciaba a Kennedy, ayudó muy poco al candidato republicano. El derribo de un avión de espionaje norteamericano en la URSS en plena campaña contribuyó a dar una impresión de que los Estados Unidos estaban perdiendo su hegemonía de otros tiempos. 
Kennedy siempre pensó que su adversario carecía de clase, pero él mismo no había sido un senador con una trayectoria muy brillante. Católico, necesitó ganar las primarias para convencer a su propio partido que podía vencer a los republicanos, pero tuvo la ventaja de los inmensos recursos de su familia para lograr la victoria. De su principal adversario entre los demócratas, Humphrey, pudo decirse que era algo así como "un dependiente de ultramarinos compitiendo con una cadena de supermercados". 
Luego, al obtener la victoria, Kennedy supo convencer a Johnson, el candidato del Sur, para que compartiera la candidatura como vicepresidente. El debate en televisión entre Nixon y Kennedy -del 10 al 90% de los hogares habían pasado a tenerla desde 1950- le dio la victoria al segundo, pero quienes lo oyeron por radio llegaron a la conclusión de que había ganado Nixon, porque sus argumentos parecieron más sólidos; en cambio, Kennedy transmitió la sensación de tener humor, encanto y magnetismo. También fue un excelente estratega: supo atraerse a los demócratas más conservadores del Sur y, al mismo tiempo, actuó muy hábilmente al identificarse con King, cuando éste fue detenido en plena campaña por un incidente en su campaña antisegregacionista. 
Como los años treinta también los sesenta, que se iniciaron bajo la presidencia de Kennedy, estaban destinados a convertirse en un permanente punto de referencia de los norteamericanos. Fueron tiempos conflictivos, pero también optimistas en un principio. La revolución de los derechos civiles trajo consigo idealismo e igualitarismo: entre 1961 y 1965, veintiséis defensores de los derechos civiles murieron en la defensa pacífica de sus ideas. Pero los sesenta fueron, además, como ya se ha dicho, la época de crecimiento ininterrumpido más largo de la Historia de Estados Unidos. También durante ellos se mantuvieron las esperanzas de los norteamericanos en una civilización en constante progreso técnico. En 1967, se produjo el primer trasplante de corazón y en 1961 nació la Xerox Corporation, destinada a modificar de forma sustancial la forma de llevar a cabo los negocios del futuro. Pero las pautas fundamentales de la sociedad norteamericana no parecieron cambiar. En 1968, todavía el 43% de los norteamericanos iba a los servicios religiosos dominicales. 
John F. Kennedy, como personalidad histórica y como mito posterior, no puede ser entendido sin partir de estas realidades, pues quedó en la memoria como el recuerdo de una época optimista e idealista. Fue el primer presidente nacido en el siglo: tenía tan sólo 43 años cuando llegó al poder y su equipo, donde estaba su hermano Bob, de tan sólo 35, significó una rebaja de diez respecto a la media de edad de la Administración republicana precedente
Nada en Kennedy se entiende sin su procedencia familiar y, más en concreto, sin la figura de su padre. Sus abuelos irlandeses habían emigrado a Estados Unidos en pasaje de segunda clase. Su padre tuvo ya una enorme fortuna: en su comportamiento conyugal y sexual irresponsable y por completo ajeno a la fidelidad presagió la figura del hijo. Fue aquél quien le inculcó un afán de lucha por el reconocimiento que le llevó a planear para él -un hermano mayor muerto en la guerra pudo haber seguido este rumbo antes- un futuro como presidente de los Estados Unidos. Para ello contó desde muy pronto con vínculos estrechos con los profesionales de la política que controlaban el voto irlandés. 
Kennedy heredó este espíritu de competición, pero demostró también indudables capacidades propias. En la Guerra Mundial hundieron su barco, pudo perder la vida en el mar y como consecuencia tuvo durante toda su vida dolores de espalda, a menudo insoportables. Fue luego autor de libros de éxito -incluso obtuvo el Premio Pulitzer-, aunque los hubiera redactado en colaboración con profesionales de la pluma. Uno de sus libros se centró en el peligro de que la debilidad ante la aparición del fascismo llevara a pésimas consecuencias a medio plazo. Aparte de la dolencia citada, desde muy joven padeció varias enfermedades graves más que le exigían abundante medicación y largos períodos de descanso: su hermano Bob llegó a decir de él que "al menos la mitad de sus días fueron de intenso sufrimiento físico". 
Todo lo sobrellevó con valentía, un rasgo manifiesto de su personalidad que le había llevado a enfrentarse a una elección presidencial de improbable resultado. Su idea de que moriría pronto contribuye a explicar su carácter impaciente y la excitación que creaba a su alrededor. Ésta, sin embargo, nacía también de un atractivo excepcional que le situó en las cotas más altas del aprecio de los norteamericanos. Lo peculiar es que también lo logró entre los intelectuales porque él mismo tenía un punto de interés apasionado por este tipo de materias. Capaz de autocrítica, de chispa humorística y de inagotable interés por las cuestiones más diversas, sin duda mejoró mucho en la presidencia de su país. 
Sus antecedentes, sin embargo, no eran muy brillantes. Venía de la política demócrata de centro en que se había formado y sólo en sus últimos diez meses presidenciales cambió hacia una posición más progresista: había, por ejemplo, apoyado en el pasado la ley Mac Carran que perseguía a los comunistas. Siempre vivió de un fondo de 10 millones de dólares que su padre, un conservador aunque militara entre los demócratas, había puesto a su disposición (su sueldo público lo dedicó a donaciones caritativas). Podía hacer una campaña en avión privado, mientras que sus contrincantes lo hacían en autobús. 
Su equipo de colaboradores en la presidencia quiso trasladar de él una imagen de excelencia. Mientras que su predecesor se había guiado por un criterio jerárquico en relación con sus colaboradores, Kennedy se sirvió de "the best and the brightest", personas jóvenes que eran principalmente académicos (casi la mitad procedía de Harvard). Kennedy había escrito que las grandes crisis daban la sensación de producir grandes hombres y quiso demostrar que disponía de ellos. 
No hubo entre ellos patrones de empresa, sino que muchos de ellos fueron hombres de ideas, lo que explica la abundancia de libros que pudieron escribir a continuación; quizá por esta razón a Kennedy le acompañó el éxito con los medios de comunicación. Fue el primer presidente norteamericano que aceptó ruedas de prensa en directo y que trató a los periodistas sin paternalismo. Durante su etapa presidencial, la Casa Blanca llevó una vida social intensa en la que el factor cultural tuvo extremada importancia convirtiéndose en una especie de escaparate de lo que el presidente quería hacer. La revolución de las expectativas en todos los terrenos, que jugó un papel tan destacado en los sesenta, contribuyó a una glorificación del presidente, tanto en esos momentos como en el futuro. 
Una parte del estilo kennediano nació del lenguaje de sus discursos. En el inaugural de su presidencia quiso marcar el cambio con respecto al pasado, con un mensaje de exigencia a los ciudadanos que requería de ellos que se preguntaran qué podían hacer y no qué podían esperar de la Administración y que aseguraba que no se omitiría ningún esfuerzo en defensa de la libertad. En estos dos aspectos se desdobló el impulso de la "Nueva Frontera" que anunció para los Estados Unidos. Aun siendo muy diferentes, ambos propósitos encerraban un mensaje de idealismo y de compromiso generoso. 
Sin embargo, en política interior su balance no fue ni mucho menos bueno, por más que en la etapa final de su mandato iniciara un prometedor cambio de actitud. Kennedy se identificaba con los moderados y no con los liberales, pero sobre todo no quería cortejar a los dirigentes del Congreso y hay que tener en cuenta que sólo había ganado por 113.000 votos, por lo que carecía del punto de partida suficiente como para promover un impulso que pudiera arrastrar al legislativo a aceptar sus medidas. Fracasó al tratar de conseguir un seguro de salud para la mayoría de los norteamericanos y de crear un Departamento de Asuntos urbanos. También logró idéntico resultado al tratar de conseguir ayuda federal para la educación. Sus recortes de impuestos favorecieron a menudo a los más ricos y fueron criticados por el propio Galbraith
Su política económica keynesiana mantuvo el crecimiento económico en un momento de general prosperidad, pero no parece haber estado caracterizada por una particular brillantez. Tuvo un temprano enfrentamiento con las compañías de acero por un problema de precios en que acabó imponiéndose (y ratificando la mala impresión que tenía acerca de los dirigentes empresariales). Pero, en términos generales, puede decirse que si fracasó en política interior fue porque no le interesaban los problemas domésticos, sino los de política exterior. 
Sin embargo, sería injusto decir que su gestión con el legislativo fue "un fracaso absoluto" porque, aunque tan sólo hizo aparecer algunas posibles reformas, luego Johnson conseguiría verlas aprobadas cuando Kennedy fue asesinado. Además se debe tener en cuenta también que, con el paso del tiempo, se le revelaron nuevos problemas para los que en un principio había tenido escasa sensibilidad. 
En efecto, el mayor test por el que pasó Kennedy fue el relativo a las relaciones raciales. Como en otras materias, también en ésta los antecedentes del presidente eran mediocres: para él se trataba de una cuestión política que le podía proporcionar votos pero también quitárselos. A pesar de que con su llamada a King había llegado a obtener el 70% del voto negro, ya presidente, cuando un conocido cantante de color acudió a la Casa Blanca con su mujer nórdica lo consideró como una posible ofensa a los electores del Sur. Sólo a regañadientes introdujo una vaga y mínima referencia a los derechos civiles de la minoría negra en su discurso inaugural. Ahora bien, cuando esta cuestión acabó por aparecer en la primera línea del panorama político interno, acabó por adoptar una actitud más decidida. 
En 1961, empezó a producirse la ofensiva de los activistas en contra de la segregación en los autobuses y, en general, en los espacios públicos. Los hermanos Kennedy -Bob ocupaba la cartera de Justicia- siempre afirmaron su preferencia por solucionar el problema por procedimientos pacíficos y reformistas, lo que equivalía en la práctica a dejar pasar el tiempo. En este sentido, el Departamento desempeñado por el hermano del presidente contrató a más personas de color que en el pasado. 
En realidad, la segregación de la minoría de color resultó mucho más importante para Bob Kennedy, por la responsabilidad que desempeñaba, que para su hermano. Durante su mandato se multiplicó por cinco el número de los nombramientos de jueces de color y, además, el Departamento de Justicia se vio involucrado en causas judiciales en 145 condados sobre los derechos electorales de los negros, a quienes en la práctica se les vedaba su ejercicio. 
En definitiva, ambos Kennedy actuaron de manera muy cauta por motivos políticos y probablemente no sintieron verdadera pasión por estas cuestiones. A pesar de la llamada telefónica en plena campaña electoral, el FBI grabó conversaciones de King con consentimiento del presidente, lo que implica que éste no acababa de fiarse de él. El ideal para los Kennedy hubiera sido resolver estas cuestiones por el procedimiento de pactar con los políticos sureños, blancos por supuesto. 
Sólo en 1963 Kennedy llegó verdaderamente a darse cuenta de que en la cuestión de los derechos civiles estaba implícito un interrogante moral que implicaba que los Estados Unidos podían estar dejando de cumplir los propios principios en que se basaban. Cuando quiso convencer a los patronos de que contrataran mano de obra de color, descubrió con preocupación el hecho de que los negros no eran empleados por el propio Gobierno. Al preguntar a activistas de los derechos civiles cómo habían decidido lanzarse a la labor reivindicativa, supo que no hacían otra cosa que trasladar a aquel terreno el impulso que ellos pensaban que animaba a la "Nueva Frontera". 
En realidad, la iniciativa de la defensa de los derechos civiles la tuvieron los propios activistas. En enero de 1961, James Meredith, un veterano de guerra, consiguió, tras superar todas las dificultades, matricularse en una universidad de Mississippi, hasta entonces vedada a la población de color. En 1963, King decidió iniciar la ofensiva antisegragacionista en Birmingham, la ciudad más segregada del Sur. Los incidentes que se produjeron como consecuencia de esta petición acabaron con la aparición de la violencia por parte de las fuerzas del orden, incluso contra niños y ancianos. Más decisivo resultó todavía que fueran, además, retransmitidos por televisión. Sólo en este momento, gran parte de los norteamericanos llegaron a darse cuenta de lo que significaba la discriminación racial en el Sur de los Estados Unidos. 
Los incidentes empezaron en abril y movieron a Kennedy a tomar una posición decidida, sin contemplaciones, con respecto a autoridades que en su mayor parte pertenecían a su propio partido. En agosto de este año tuvo lugar la gran manifestación de Washington, con unos 250.000 asistentes. El discurso de King, en el que aludió a la posibilidad de que un día se cumpliera el sueño de la integración racial, testimonia que en este momento la dirección del movimiento estaba de forma clara en quienes defendían una actuación pacífica y la vía reformista. 
En otra cuestión relacionada con los derechos civiles, Kennedy tuvo una actitud mucho menos decidida. No tuvo mujeres en su Gabinete y, aunque creó una comisión para abordar el problema de la discriminación por razón de sexo, lo cierto es que no se dedicó a ello en absoluto. Verdad es también que la gran eclosión del feminismo fue posterior. 
A Kennedy le atraía mucho más la política exterior que la interior y aquélla fue, por lo tanto, el escenario principal de su activismo. Esto explica que su secretario de Estado, Dean Rusk, no fuera otra cosa que un seguidor obediente de sus indicaciones: en sus memorias admite no haber tenido en absoluto una relación de amistad íntima con quien le nombró. 
Sobre el contenido de la política de Kennedy hay que tener en cuenta, ante todo, que, como en las restantes materias, la posición originaria del presidente difícilmente puede ser calificada como avanzada o novedosa. Aunque en su etapa se gestaron iniciativas como la "Alianza para el Progreso", una especie de voluntariado para que los jóvenes norteamericanos ayudaran a los países en desarrollo, al mismo tiempo la CIA siguió realizando operaciones encubiertas, como en etapas anteriores. El dictador dominicano Trujillo fue asesinado con armas proporcionadas por ella y Kennedy no dudó en dar el visto bueno para un golpe de Estado contra Diem que en tiempos pasados había sido su aliado político. 
Por otro lado, Kennedy casi siempre presentó a un mundo bipolar con el bien y el mal luchando en el escenario internacional de acuerdo con lo habitualmente admitido por Occidente en este período de la guerra fría. Tan sólo con el transcurso del tiempo, su lenguaje se matizó en un sentido más favorable a llegar a acuerdos con la URSS. "Y nos llamamos la raza humana...", comentó cuando fue informado de los posibles resultados de una guerra nuclear. 
Era consciente de que no había en realidad "missile gap" favorable a los soviéticos, a pesar de haber utilizado este arma durante la campaña electoral. No mostró la propensión al control del gasto militar de Eisenhower sino que aumentó el presupuesto en una cifra del orden del 13% tanto en lo que respecta al arma nuclear como a la convencional. Tuvo un interés especial por la contrainsurgencia como método de combate de la subversión comunista, quizá por la importancia que concedió a Vietnam
A pesar del calamitoso fracaso, la actitud de Kennedy ante la invasión de Cuba en Bahía de Cochinos -abril de 1961- puede ser parcialmente exculpada de acuerdo con los parámetros habituales de la política exterior norteamericana hasta entonces. El desembarco se produjo cuando llevaba en la presidencia tan sólo 77 días. Eisenhower, que rompió las relaciones con Cuba 17 días antes de que tomara posesión, no le había informado pero había tomado medidas -armar a un grupo de disidentes cubanos en las selvas centroamericanas- que eran ya irreversibles, de modo que si la invasión no se producía había que resolver qué se podía hacer con ellos. 
De esta manera, lo que había sido hasta el momento una opción se presentó poco menos que como una necesidad. La CIA fue la gran defensora de la operación asegurando que tenía unas posibilidades que la realidad desmintió de forma inmediata: el mando militar sólo le prestó un apoyo de segunda intención. En el propio equipo gubernamental de Kennedy hubo dudas -Johnson y Rusk se mostraron escépticos- pero no se manifestaron de forma clara entre otros motivos porque el desembarco de Bahía de Cochinos fue presentado alternativamente como una "infiltración" que, si no producía la inmediata caída de Castro, al menos tendría la ventaja de multiplicar sus dificultades. 
Pero de los invasores (unos 1400), sólo 135 eran militares profesionales con capacidad efectiva para el combate. La operación fue lo menos encubierta que resulta imaginable y la información fue pésima, pues si los invasores esperaban una respuesta popular anticastrista muy pronto se encontraron con una brigada adversaria dotada con tanques rusos. Al menos cuando se produjo el desastre de los invasores, Kennedy no trató de rectificarlo por el procedimiento de proporcionar apoyo aéreo masivo a los anticastristas. Eisenhower le reprochó no haber utilizado la aviación propia, pero incluso si lo hubiera hecho el resultado hubiera sido parecido. 
Cuestión diferente es saber hasta qué punto Kennedy aprendió de los acontecimientos. Su activismo le llevó a tratar de derribar a Castro, pese a la oposición de muchos de sus seguidores liberales, como el historiador Schlesinger y el embajador ante la ONU, Stevenson. En fechas posteriores, hubo hasta treinta y tres planes para asesinar a Castro -Operación Mongoose- o para desestabilizar su régimen. Incluso existió un comité dedicado a planificar este tipo de operaciones en contra de Cuba. Sólo con la crisis de los misiles, Castro, en la práctica, se pudo sentir libre de cualquier tentación norteamericana de usar un procedimiento semejante. 
No cabe la menor duda de que Kennedy demostró, al mismo tiempo, firmeza y frialdad y, además, habilidad al enfrentarse a una ocasión que hubiera podido producir el holocausto nuclear. Se ha dicho por algunos historiadores que debió haber intentado una previa solución diplomática al conflicto. Es posible, en efecto, que la cuestión hubiera podido ser resuelta por el procedimiento de mostrar a los soviéticos las fotografías de sus instalaciones en la isla caribeña. Pero de esta manera no se habría disuadido a Kruschov lanzarse a nuevas aventuras arriesgadas como la que supuso la instalación de misiles. En la práctica, la postura adoptada por el presidente norteamericano le supuso la obtención de una gran victoria en el escenario internacional. 
Lo mismo cabe decir del lanzamiento al espacio del astronauta John Glenn, en febrero de 1962, o de su actitud respecto a la elevación del Muro de Berlín. Su identificación con los habitantes de la ciudad alemana -y la de éstos con la causa de la libertad- dejó en pésima situación la imagen de los soviéticos. Acosado en un principio por Kruschov, que debió ver en él un político inexperto e incapaz de actuar con decisión, con el paso del tiempo, como resultó cierto en el conjunto de su presidencia, testimonió una maduración muy evidente después de no haber tenido un pasado tan consistente. 
Sin embargo, no fue capaz de prever las consecuencias de la que fue su decisión más controvertida a medio plazo. Los acontecimientos en Vietnam pasaron muy desapercibidos en Estados Unidos durante mucho tiempo; durante la presidencia de Kennedy, incluso la colaboración norteamericana en una guerra secreta en Laos desempeñó un papel mucho más importante en las preocupaciones norteamericanas. 
El presidente creía en la teoría del dominó y en la necesidad de responder con decisión a la agresividad soviética, pero eso le llevó a una intervención en Vietnam que acabó favoreciendo posteriores envíos de tropas, cuando ni los intereses estratégicos norteamericanos estaban comprometidos ni ése era el procedimiento para dar solución a los problemas objetivos del país al que se quería ayudar. Probablemente con el tiempo, Kennedy se hizo mucho más prudente. Según cuenta Rusk, es posible incluso que de haber tenido un segundo mandato hubiera cambiado la política norteamericana con respecto a China. Pero el asesinato del presidente en Dallas en noviembre de 1963, hace imposible saber lo que hubiera acontecido en esas circunstancias. 
Con respecto a este acto, lo primero que resulta preciso señalar es que todo hace pensar que se trató de un acto aislado que no tuvo detrás una auténtica conspiración y que fue la consecuencia de la acción de un individuo inestable, Lee Harvey Oswald, una persona con graves problemas psíquicos que había sido marine y luego inmigrante a la URSS, de donde salió para luego intentar ir a Cuba. Una mezcla de inestabilidad y megalomanía le llevó al atentado para cuya preparación sólo dispuso de cuatro proyectiles y apenas veinticuatro horas. 
En el Informe Warren, lo único que se omitió fue la realidad de que la CIA y el FBI habían seguido conspirando contra Castro después de Bahía de Cochinos. Pero, de ningún modo, puede decirse que lo sucedido fuera una consecuencia de la guerra fría sino la obra de un perturbado. El fiscal Garrison, que intentó demostrar la teoría de una conspiración, fue también una persona con problemas psiquiátricos que elaboró teorías demasiado estrambóticas y contradictorias como para resultar ciertas. 
Sin embargo, el mero hecho de que se le prestara atención resulta muy revelador. El asesinato afectó enormemente a la vida de los norteamericanos: nadie pudo olvidar lo que estaba haciendo en el momento de recibir la noticia del magnicidio. Creó el mito de Camelot, es decir, el de un momento excepcional en la Historia norteamericana en que parecieron posibles todas las reformas, cortado en flor por la aparición de una catástrofe. La realidad histórica, como sabemos, fue otra. Kennedy no fue, ni mucho menos, tan efectivo en la política interior. 
En buena medida él, además, fue uno de los padres de una presidencia imperial, dotada de unos poderes más allá de lo que prescribía la Constitución y proclive a adquirir demasiados compromisos exteriores. Muchos de sus comportamientos -políticos, como la utilización de los servicios secretos o las operaciones encubiertas pero también personales, como los relativos al modo de tratar a las mujeres- resultan más que cuestionables. 
Pero Kennedy dejó el recuerdo de su fase final, mucho más activa en la política interior y más madura en la exterior, y ello, junto con la aparición de un profundo disenso interno en los años posteriores a su muerte, contribuyen a explicar la existencia de un mito. Uno de sus colaboradores, Ted Sorensen, escribió que se iniciaba con la afirmación de que Kennedy debería ser más recordado por cómo vivió que por la manera de morir. Pero esto último contribuyó de forma decisiva a modificar la percepción de lo primero.

4. 
Charles de Gaulle, fundador de la V República francesa. 
, fundador de la V República francesa. 

La Constitución francesa de 1958 no se conformó con poner remedio a la inestabilidad gubernamental, único mandato que De Gaulle, convocado para resolver la crisis de Argelia, había recibido de la nación de forma clara. Las trágicas circunstancias de su nacimiento permitieron a De Gaulle ir más lejos y poner en marcha las profundas reformas constitucionales que tenía en mente desde antes de la Guerra, que meditó largamente durante y después del conflicto, y cuyo espíritu difería radicalmente del de la democracia liberal tal y como se había encarnado en la III y IV Repúblicas

los constituyentes de 1958 sometieron totalmente el legislativo al ejecutivo mediante una serie de disposiciones que constituían una auténtica ruptura con la tradición republicana anterior:
– Designación discrecional del Primer Ministro y de los miembros del gobierno por parte del Presidente de la República, tanto para designarlos como para destituirlos (artículo 8) 1 ;
– Derecho del Presidente a apelar a la opinión mediante referéndum con el fin de aprobar una ley o una modificación de la Constitución a las que se opusiera el Parlamento (artículos 11 y 89);
– Derecho de disolución de la Asamblea Nacional por decisión única del Presidente (artículo 12);
 – Derecho del Presidente a atribuirse plenos poderes en caso de crisis grave (artículo 16);
– Enunciado restrictivo de las materias que corresponden a la ley, según el cual el Parlamento tiene autorización para discutir únicamente sobre estas materias (artículos 34 y 37);
– Control por parte del gobierno del orden del día del Parlamento (artículo 48);– Supresión del derecho de interpelación y limitación rigurosa de las condiciones por las que la Asamblea Nacional puede presentar una moción de censura (artículo 49–2);
– Posibilidad otorgada al gobierno para hacer adoptar una ley

Desde aquel día, De Gaulle consideró que su única vocación consistía en ocuparse de la Política con mayúscula. En otras palabras, él mismo se encargaría personalmente de tomar todas las decisiones importantes relacionadas con la política exterior o interior. A partir de ese momento, el gobierno, que dependía totalmente de él, pasaría a ocuparse de asuntos de segunda fila, es decir de la «intendencia».

5. Tito, Sukarno, Neru: el movimiento de los no alineados. 

Tito [Josip Broz]

(Kumrovec, Croacia, 1892 - Liubliana, Eslovenia, 1980) Creador y máximo dirigente del régimen comunista en Yugoslavia (1945-1980). Modesto obrero croata, Josip Broz se acercó al socialismo a través de la acción sindical. Al estallar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fue movilizado por el ejército austro-húngaro y cayó prisionero de los rusos. En Rusia se unió a los bolcheviques durante la Revolución rusa de 1917, para regresar luego a su país, recién integrado en un Estado de nueva creación: Yugoslavia. Tito actuó como agente de la Unión Soviética y dirigente del Partido Comunista Yugoslavo, que le eligió secretario general en 1937.
Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el país fue ocupado por la Alemania nazi (1941). Tito pasó a la clandestinidad y organizó la resistencia guerrillera contra los alemanes y los colaboracionistas, sin recibir ayuda ni de la Unión Soviética ni de los aliados occidentales. Los partisanos de Tito liberaron al país del ejército ocupante por sí mismos, circunstancia que determinó la instauración de un régimen político autónomo respecto a las dos superpotencias (la URSS y Estados Unidos) que se repartieron el mundo en la posguerra. En 1945 proclamó la República Popular Federativa de Yugoslavia (con un régimen comunista de partido único), en la que ejerció el poder hasta su muerte, primero como jefe de gobierno (1945-1953) y luego como presidente de la República (1953-1980).
A pesar de la afinidad ideológica con la Unión Soviética, Tito rompió las relaciones con Stalin en 1948, afirmando su «vía nacional» al socialismo frente a la voluntad de dominación soviética. En consecuencia, no se integró en los sistemas de alianzas del bloque soviético (COMECON y Pacto de Varsovia), entablando por el contrario relaciones comerciales con los países occidentales e impulsando un movimiento de países no alineados (junto con NasserNehru y otros).
La independencia política que le daba el hecho de ser la única de las «Repúblicas Populares» de Europa Oriental que no había surgido de la intervención soviética le permitió construir un régimen socialista original, descentralizado y autogestionario. Sin embargo, tanto el modelo económico del socialismo autogestionario como el modelo político de la federación yugoslava fracasaron; y las dificultades económicas y los conflictos nacionalistas impulsaron a Tito a endurecer gradualmente su dictadura hasta que murió. Sus sucesores fueron incapaces de frenar la descomposición del país, que tardó poco en llegar a la guerra civil.

Sukarno

(Surabaja, actual Indonesia, 1901 - Yakarta, 1970) Político indonesio. Hijo de un maestro de escuela, cursó estudios de ingeniería y de idiomas, llegando a dominar diez lenguas. A partir de 1927 entró en contacto con movimientos independentistas de corte marxista y, debido a sus actividades políticas, fue encarcelado por las autoridades holandesas en dos ocasiones (1929-1931 y 1933-1942).

Aliado con los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, se erigió en portavoz del movimiento independentista, al cual dotó de contenido político. Su mensaje reposó en cinco pilares fundamentales: nacionalismo, internacionalismo, democracia, prosperidad social y religión musulmana. En 1949 proclamó la independencia del país, del que se convirtió en su primer presidente.
En una primera etapa de su mandato, Ahmed Sukarno aceptó los principios parlamentarios y trató de impulsar los principios de su programa. En la práctica su gobierno, que hubo de buscar un difícil equilibrio entre el poderoso Partido Comunista Indonesio y el ejército, se tornó cada vez más autoritario.
En 1956 disolvió el parlamento y estableció una «democracia dirigida» de corte dictatorial y ambiguos postulados socialistas, impulsando una política izquierdista y convirtiéndose en portavoz del Tercer Mundo. Su nacionalismo y antiimperialismo le valieron el apoyo incondicional del pueblo, acrecentado tras la retirada del país en 1965 de la Organización de las Naciones Unidas como protesta por la admisión de la Federación de Malasia, cuya creación en 1963 fue considerada por Sukarno una maniobra neocolonialista.
No obstante, y tras unos primeros años de estabilidad política y económica, acabó por implantar una dictadura y llevar a su país a la ruina económica. Fue destituido por un golpe militar en 1966 y, al año siguiente, obligado a ceder todos sus poderes al general Suharto. Durante sus últimos años se mantuvo alejado de toda actividad pública.
Neru

Sri Pandit Jawaharlal Nehru

(Allahabad, India, 1889-Nueva Delhi, id., 1964) Político indio. Descendiente de una familia aristocrática, en 1905 marchó al Reino Unido, donde estudió derecho. Formó parte de la corriente de jóvenes intelectuales que en la década de 1920 defendió las ideas nacionalistas de Gandhi, pero su radicalismo le alejó de su maestro.
Inició su trayectoria en la política activa en 1918 como miembro del Partido del Congreso, que presidió a partir de 1929. Su ideología evolucionó hacia la izquierda, simpatizó con el socialismo e incluso llegó a enfrentarse con Gandhi por este motivo. A raíz de sus repetidos llamamientos a la desobediencia civil, fue encarcelado varias veces por los británicos. Presidió la conferencia panhindú de 1934, y en 1942 colaboró en las negociaciones de Cripp con la Administración británica.
Al proclamarse, en 1947, la independencia de la India -que implicó la creación del Estado musulmán de Pakistán-, fue nombrado primer ministro de la Unión India, cargo que desempeñó hasta su muerte, y ministro de Asuntos Exteriores. El gobierno indio se sirvió del prestigio internacional de su mandatario para fortalecer los valores democráticos y mejorar las condiciones sociales en el plano interior. Convertido en uno de los principales líderes del Tercer Mundo, Nehru adoptó una posición neutral frente a los dos grandes bloques. La India pasó entonces a ser un importante referente de los países no alineados, y tuvo un papel destacado en las conferencias de Bandung (1955) y Belgrado (1961).
Sin embargo, Nehru no pudo contener los brotes nacionalistas, que condujeron al conflicto de Cachemira, a la aplastante derrota india en el conflicto con China de 1962 y a la pérdida de Ladaj. A partir de entonces, el país empezó a perder su influencia entre las naciones afroasiáticas, y Nehru acabó por modificar su posicionamiento y acercarse cada vez más a Occidente.

6. África en la encrucijada: Patricio Lumumba y los movimientos de independencia. Nasser y el panarabismo. 


Patrice Lumumba

Dirigente de la emancipación del Congo (Katako-Kombé, Kasai, 1925 - Elisabethville, Katanga, 1961). Procedente de una de las regiones más pobres del centro del Congo belga
, se instaló en 1947 en la capital de la colonia, Léopoldville (la actual Kinshasa). Su educación fue autodidacta, tras haber sido expulsado de varias escuelas misionales. Pronto se hizo notar en los movimientos asociativos indígenas por su militancia en favor de ideales igualitarios, antiimperialistas y pacifistas.
Defraudado por las escasas posibilidades de acción social que le permitían las autoridades coloniales belgas, desde 1958 se orientó decididamente hacia la lucha por la descolonización del Congo; fue entonces cuando fundó el Movimiento Nacional Congolés, partidario de crear un Estado independiente y laico, cuyas estructuras políticas unitarias ayudaran a superar las diferencias tribales creando un sentimiento nacional.
En los años siguientes fue ganándose el aprecio de otros líderes nacionalistas africanos (como Nkrumah) y se impuso a los restantes dirigentes autóctonos del Congo con motivo de la Mesa Redonda de Bruselas que preparó el camino a la independencia (1960). Las elecciones de aquel mismo año dieron el triunfo a su movimiento, que demostró ser el único con implantación en todo el país.
Convertido en primer ministro por el triunfo electoral, Lumumba aceptó un compromiso cediendo la presidencia de la República al líder moderado Kasavubu, partidario de una organización federalista del Estado que dejara subsistir las peculiaridades regionales (1960). Aun así, no pudo impedir que la precipitada retirada del ejército belga diera paso al caos político y social, con motines, pronunciamientos militares, ataques a la población blanca y disturbios generalizados.
La rebelión fue especialmente grave en la región minera de Katanga, que se declaró independiente bajo el liderazgo de Tschombé; Lumumba denunció que esta secesión había sido promovida por el gobierno belga en defensa de los intereses de la compañía minera que explotaba los yacimientos de la región. Lumumba pidió ayuda a la ONU, que envió un pequeño contingente de «cascos azules» incapaces de restablecer el orden, pero rehusó inmiscuirse en lo que consideró un «asunto interno» del Congo.
Viéndose aislado, recurrió al apoyo de la Unión Soviética, con lo que amenazó directamente los intereses occidentales en el marco de la confrontación entre las superpotencias; un golpe de Estado militar protagonizado por el coronel Mobutu -aliado enseguida con el presidente Kasavubu- se hizo con el control del poder en todo el Congo occidental.
Lumumba fue destituido y apresado cuando intentaba reunirse con sus partidarios, fuertes en el este del país. Mobutu lo entregó a los rebeldes de Katanga, que no dudaron en asesinarle. Para la posteridad, Lumumba ha quedado como mártir del nacionalismo africano y de sus aspiraciones de paz y justicia social, inspirando la resistencia de un movimiento lumumbista en su propio país.
El gobierno belga reconoció en 2002 su responsabilidad en los acontecimientos que condujeron a la muerte de Lumumba:
"A la luz de los criterios aplicados hoy, algunos miembros del gobierno de entonces y algunos representantes belgas de la época tienen una parte irrefutable de responsabilidad en los acontecimientos que condujeron a la muerte de Patrice Lumumba. El gobierno estima por tanto que debe presentar a la familia de Lumumba y al pueblo congoleño su profundo y sincero pesar y sus excusas por el dolor que les ha sido infligido por tal apatía y fría neutralidad".[5]
Por su parte, Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, reconoció su implicación en el derrocamiento y asesinato de Lumumba en enero de 2014 con la publicación de un nuevo volumen de la historia de su diplomacia, que incluía numerosa documentación sobre sus actividades secretas.[6] El nuevo volumen recibe el nombre de: Foreign Relations of the United States (FRUS), Volume XXII, Congo, 1960-1968.

Gamal Abdel Nasser

(Alejandría, 1918 - El Cairo, 1970) Político y militar egipcio, presidente de la república egipcia entre 1954 y 1970. Hijo de un funcionario de correos, acudió a la escuela primaria en al-Khatatibah, una aldea en el delta del Nilo a la que aquel había sido destinado. Prosiguió sus estudios en El Cairo y participó en las frecuentes manifestaciones antibritánicas y antimonárquicas, lo que le supuso su primer ingreso en prisión a los 17 años acusado de conspiración. Tras la enseñanza secundaria y una breve estancia en una escuela de Derecho, en 1937 fue autorizado a ingresar en la Real Academia Militar cairota y tres años después se graduó como subteniente.
En 1948 combatió en la guerra contra Israel antes de ser hecho prisionero y posteriormente sirvió en Sudán, entonces bajo condominio anglo-egipcio. Nasser, a la sazón comandante, estableció contacto con otros jóvenes oficiales, igualmente descontentos con la derrota de los ejércitos árabes frente al pequeño Estado judío y la incompetencia y corrupción de la monarquía reinante, y en 1949 formaron la organización revolucionaria clandestina de los Oficiales Libres.
Nasser y sus compañeros, inspirados por un pujante nacionalismo árabe y los métodos de acción política de los Hermanos Musulmanes, maduraron su conspiración para derrocar al régimen del rey Faruk. En la noche del 22 de julio de 1952 el Comité de Oficiales Libres dirigió con éxito un golpe de Estado incruento que inauguraría un ciclo de revoluciones de similar signo en el mundo árabe. Nasser, ya con el rango de coronel, asumió la jefatura del Consejo de la Revolución y la comandancia de las Fuerzas Armadas, mientras que el general Muhammad Naguib, nominalmente el líder del movimiento, tomó la jefatura del Gobierno (desde 1953 también la presidencia de la nueva República).
El 18 de julio de 1953, coincidiendo con la abolición de la monarquía, Nasser fue nombrado viceprimer ministro y ministro del Interior, puestos desde los que reveló a los observadores su condición de hombre fuerte del nuevo régimen. La pugna entre Naguib, un moderado favorable al acuerdo con los países occidentales y a recuperar a sectores liberales de la monarquía, y Nasser, partidario de iniciar un movimiento nacionalista panárabe contra Israel y de adoptar el neutralismo frente a las superpotencias, se saldó a favor del segundo, que el 25 de febrero de 1954 se aupó a la jefatura del Gobierno y el 14 de noviembre destituyó definitivamente a Naguib y asumió la presidencia de la República. Días atrás, el 29 de octubre, la mayoría de los dirigentes de los Hermanos Musulmanes habían sido detenidos al acusarse a esta organización de planear un complot contra la vida de Nasser.
El 23 de junio de 1956 Nasser sometió a referéndum popular un proyecto constitucional que convertía a Egipto en una república socialista árabe de partido único, la Unión Nacional (creada por decreto el 28 de mayo de 1957) sistema presidencialista fuerte y con el Islam como religión oficial. Él, además, se presentó a elecciones presidenciales, de hecho un plebiscito al ser su candidatura la única permitida. El pueblo egipcio se pronunció favorablemente en ambas consultas con prácticamente el 100% de los votos.
La política exterior del nuevo Egipto nasserista dio un viraje radical. El 5 de febrero de 1955 el dirigente yugoslavo Tito lo recibió en Brioni para explicarle su propuesta de un tercer bloque mundial de países no alineados, Nasser fue uno de los participantes más destacados de la célebre Conferencia de Bandung (18-24 de abril de 1955) y los días 17-21 de julio de 1956 volvió a reunirse con Tito en Brioni junto con el primer ministro indio J. Nehru; quedó así definido el trío de grandes líderes del Tercer Mundo hasta mediados de los años sesenta.
El gran sueño de Nasser era aunar a los divididos pueblos árabes bajo el liderazgo egipcio para plantar batalla al enemigo irreconciliable, Israel, y lograr la verdadera independencia de Egipto, tanto en el campo político como el económico, perdida de hecho desde que las invasiones persas derribaron al último faraón hacía 2.500 años. Nasser desarrolló la reforma agraria (puesta en marcha el 8 de septiembre de 1952) y sometió la actividad económica al Estado. Nasser dirigió personalmente las negociaciones con el Reino Unido para la retirada de sus tropas del Canal de Suez, concluidas con acuerdo el 19 de octubre de 1954.
Puntal de los proyectos de desarrollo era la gran presa de Assuán, en la primera catarata del Nilo, con el fin de producir la electricidad requerida por aquellos y ganar desierto para el cultivo. Al principio se dirigió al Banco Mundial, EE.UU. y el Reino Unido en busca de financiación. Las conversaciones comenzaron el 17 de octubre de 1955 con el malestar de Washington, pues el 27 de septiembre anterior Nasser reconoció que la URSS y Checoslovaquia habían accedido a suministrarle material bélico, hecho de gran significación, pues quebraba el monopolio armamentístico de Occidente en Oriente Próximo. El 20 de julio de 1956 el gobierno americano canceló su oferta de ayuda aduciendo que el dirigente egipcio había incluido a los soviéticos en la empresa, decisión que secundó el gobierno británico al día siguiente. La tensión no repercutió en la retirada británica en curso y el 18 de junio el último soldado inglés abandonó Egipto.
7. Golda Meir, la consolidación del Estado de Israel. 
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(Golda Mabovich) Política israelí (Kiev, Ucrania, 1898 - Jerusalén, 1978). Era hija de un modesto carpintero judío de la parte occidental del Imperio ruso, que emigró a Estados Unidos en 1906, como muchos judíos ashkenazis que huían de la marginación y las persecuciones que sufrían en Europa oriental a principios de siglo. Establecida la familia en Milwaukee, Golda se hizo maestra y se casó en 1917 con Morris Myerson (más tarde hebraizó su apellido como Meir).
Se adhirió al movimiento sionista que buscaba el establecimiento de un Estado propio para los judíos, dentro de la mayoritaria corriente socialista. En coherencia con sus ideales, Golda y su marido se trasladaron a vivir y trabajar como colonos agrícolas en el kibbutz Mehavia en Palestina (1921), entonces bajo mandato colonial británico.
Pronto se trasladaron a Tel Aviv y Golda empezó a ocupar puestos de responsabilidad en el movimiento laborista judío de Palestina, el Histadrut: trabajó en su empresa constructora (esencial para los proyectos de colonización), dirigió su rama femenina y, por fin, en 1934 fue elegida secretaria general, convirtiéndose en una de las principales colaboradoras de Ben-Gurión al frente del partido Mapei.
Acabada la Segunda Guerra Mundial (1939-45), cuando se agudizó la presión sionista para exigir la independencia de los británicos, Meir ejerció incluso transitoriamente como presidenta de la Agencia Judía de Palestina (1946), que funcionaba como gobierno en la sombra de los colonos judíos (ya que los restantes dirigentes estaban detenidos por las autoridades coloniales). Desde aquel cargo colaboró eficazmente en el proceso que culminó con la creación del Estado de Israel en 1948 (fue una de las firmantes de la declaración de independencia).
Pasó seis meses como embajadora del nuevo Estado en la Unión Soviética, intentando que las autoridades comunistas suavizaran el trato a la comunidad judía y dejaran de poner trabas a la emigración hacia Israel. En 1949 Ben-Gurión le nombró ministra de Trabajo y Seguridad Social, cargo en el que demostró una gran eficacia en la construcción del Estado de Bienestar israelí y la integración laboral y social de las masas de inmigrantes que afluían al país. Luego pasó a ocupar la cartera de Asuntos Exteriores (1956-66), desde la cual desplegó una gran actividad para lograr el reconocimiento y el apoyo al Estado de Israel por los nuevos países independientes que estaban surgiendo de la descolonización africana.
Su avanzada edad y graves problemas de salud le hicieron anunciar por dos veces su retirada de la política activa (en 1965 y 1968); pero hubo de regresar a instancias de sus compañeros, para evitar que las rivalidades personales entre los líderes socialistas acabaran con la unidad del partido. En 1965 se enfrentó con Ben-Gurión, que abandonó el Mapei, quedando Meir como secretaria general.
Luego participó en la reunificación de las fuerzas socialistas en el Partido Laborista (fundado en 1968). Y en 1969 accedió al cargo de primera ministra tras la muerte de Eshkol, respaldada por una holgada mayoría en las elecciones de aquel mismo año. Desde ese puesto apoyó la política de su ministro Moshé Dayán y el ala derecha del partido, impulsando la colonización de los territorios árabes ocupados desde la guerra de 1967.
En 1973 hubo de hacer frente a un nuevo ataque combinado de los países árabes contra Israel, la Guerra del Yom Kippur; aunque Israel rechazó el ataque y respondió con una ofensiva victoriosa sobre sus enemigos, no pudo obtener frutos de su victoria, ya que los países árabes utilizaron su virtual monopolio sobre las exportaciones mundiales de petróleo para imponer una paz favorable mediante la presión diplomática occidental. Ello, unido a la imprevisión de los servicios secretos israelíes ante el ataque árabe, desacreditó a la primera ministra y provocó su caída en 1974, sustituyéndola Itzak Rabin al frente del Gobierno y del partido.

8. Fidel Castro, Ernesto Che Guevara: la proyección de la revolución cubana en América Latina.

(Fidel Alejandro Castro Ruz; Mayarí, Holguín, 1926 - La Habana, 2016) Revolucionario y estadista cubano. Tras liderar la triunfante Revolución cubana de 1959, que agrupó a un amplio espectro de sectores sociales y formaciones políticas contra la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista, Fidel Castro emprendió de inmediato una política de signo socializante que incluyó la reforma agraria y la expropiación de los bienes de las compañías norteamericanas. La presión de Estados Unidos, que apoyó en 1961 un frustrado intento de invasión de la isla, llevó a Castro a radicalizar sus posturas y a solicitar ayuda a la URSS, y aunque el desenlace de la llamada Crisis de los misiles (1962) aseguró la pervivencia de la Revolución, socavó también su independencia, dejando al país alineado en la órbita soviética.

Fidel Castro
Con el apoyo de la Unión Soviética y del bloque socialista, y a costa de las libertades ciudadanas y de los sacrificios impuestos a la población, Fidel Castro pudo superar las inmensas dificultades que supuso el bloqueo estadounidense, y siguiendo los modelos de planificación comunista logró reseñables avances sociales (educación, sanidad), si bien el desarrollo económico fue exiguo. Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la subsidiada economía de la isla padeció una gravísima crisis; pese a ello, la Cuba castrista figuró entre los pocos regímenes comunistas que sobrevivieron al derrumbe de la URSS. Con la salud debilitada, Fidel transfirió el poder a su hermano Raúl Castro en 2008, casi cincuenta años después del triunfo de aquella revolución en que habían sido compañeros de armas.
Biografía
Procedente de una familia de hacendados gallegos, Fidel Castro estudió derecho en la Universidad de La Habana, por la que se doctoró en 1950. Su ideología izquierdista le llevó a participar desde muy joven en actividades revolucionarias, como la sublevación contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo (1947); el fracaso de la misma motivó su exilio en México. Vuelto a Cuba, militó en el Partido del Pueblo Cubano, y pocos años después retomó su actividad revolucionaria, esta vez contra la férrea dictadura instaurada en 1952, tras un golpe de Estado, por general Fulgencio Batista (1952-1958), que puso el país al servicio de su propio provecho y de los intereses norteamericanos.
Su primer intento fue el asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba (1953), que se saldó con un fracaso: el cuartel no llegó a ser tomado y la acción no provocó la esperada insurrección popular. Pese al descalabro militar, Castro se anotó una victoria política, ya que aquel acto dio a sus protagonistas una gran popularidad que se vio acrecentada durante el juicio subsiguiente, en el que Castro se defendió a sí mismo y aprovechó para pronunciar un extenso alegato político («La Historia me absolverá»).
Fidel Castro fue condenado a quince años de prisión, de los que sólo cumplió dos (en la isla de Pinos) merced a un indulto que le puso en libertad en 1955. Se exilió de nuevo en México, desde donde preparó un segundo intento; pero, habiendo aprendido que su lucha tendría pocas posibilidades de triunfar en un medio urbano, esta vez apostó por crear una guerrilla rural en la zona más apartada y montañosa del país: la Sierra Maestra, en la provincia cubana de Oriente.
La Revolución cubana
Con un contingente de ochenta y dos hombres (el «Grupo 26 de julio») a bordo del yate Gramma, Fidel Castro desembarcó clandestinamente en Cuba a finales de 1956, siendo casi inmediatamente diezmadas sus fuerzas en un enfrentamiento con el ejército de Batista: sólo doce guerrilleros sobrevivieron. Dos años después, sin embargo, sus bases en la Sierra Maestra eran lo suficientemente sólidas y sus efectivos lo bastante nutridos como para llevar a cabo con éxito la ocupación de Santiago (1958). Desde allí Fidel Castro lanzó la ofensiva que recorrió la isla de este a oeste, secundado por sus colaboradores, entre los que figuraban Camilo Cienfuegos, su hermano Raúl Castro (que casi cincuenta años después sucedería a Fidel en la jefatura del Estado) y un argentino destinado a convertirse en uno de los grandes mitos revolucionarios del siglo XX: el Che Guevara.

El Che Guevara y Fidel Castro
La situación social y política de aquellos años favoreció el triunfo revolucionario. Pese a poseer la renta per cápita más elevada de Latinoamérica, la riqueza del país no llegaba a la mayor parte de la población, que padecía altísimas tasas de desempleo y subempleo; la dependencia económica de los Estados Unidos había generado una agricultura de grandes explotaciones que dio lugar a la formación de un numeroso proletariado rural, a la postre determinante en el proceso revolucionario. En las áreas urbanas, y en especial en La Habana, la realidad económica venía marcada por la fuerte incidencia del turismo estadounidense.
Por otra parte, la corrupción y el servilismo a los intereses del vecino del norte, siempre presentes en la vida pública cubana, habían llegado a extremos insospechados bajo la despótica dictadura de Fulgencio Batista, quien logró concitar en su contra tanto a los campesinos como a gran parte de las clases medias y a amplios sectores de la intelectualidad y del mundo universitario. Incluso las clases altas liberales y los estadounidenses habían llegado en los últimos tiempos a ver con malos ojos a un régimen que, por inestable y desprestigiado, no resultaba una buena garantía ante el ascenso de la izquierda.
De este modo, al inicial apoyo del campesinado pobre había seguido el fin de las reticencias del Partido Comunista, que abrió a Castro la posibilidad de encontrar apoyo en las ciudades; la dictadura, minada por la corrupción, fue incapaz de hacer frente al movimiento popular. El 1 de enero de 1959, el comandante revolucionario Camilo Cienfuegos entró triunfante en La Habana, un día después de que Fulgencio Batista firmase su dimisión y abandonase el país. La entrada del ejército guerrillero se producía mientras las fuerzas rebeldes acababan definitivamente con los últimos focos de resistencia. Al mismo tiempo una columna insurgente, dirigida por Ernesto Che Guevara, convergió sobre la capital, recibiendo a su paso la rendición de centenares de oficiales del ejército de Batista y la aclamación del pueblo cubano.

Camilo Cienfuegos y Fidel Casto en La Habana (8 de enero de 1959)
Designado presidente de la República, el 5 de enero Manuel Urrutia Lleó presentó a los nuevos ministros, quince en total, a la cabeza de los cuales se encontraba José Miró Cardona, representante del ala liberal, como primer ministro. Tres días más tarde Fidel Castro, que hasta ese momento se encontraba en Santiago, llegó a La Habana y se dirigió al pueblo. Castro subrayó la importancia de la huelga general en la derrota final del dictador y lanzó una advertencia a los divisionistas y a todos aquellos que pretendiesen ignorar el poder del pueblo.
De la moderación al comunismo
El tinte moderado y conciliador de los inicios de la Revolución, que no pareció importunar a las clases altas y a los Estados Unidos, no tardaría en desaparecer bajo los efectos de un brusco giro político. Los procesos contra los colaboradores de Batista y la marginación del poder de los sectores liberales, que culminaría con la renuncia del presidente Urrutia (julio de 1959), marcaron el principio de un cambio de línea en el proyecto revolucionario.
Fidel Castro se había puesto en febrero del mismo año al frente del gobierno cubano, acumulando los cargos de primer ministro (en sustitución de José Miró) y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y sin pérdida de tiempo empezó a hacer realidad los proyectos de cambio que habían suministrado una base social a la Revolución: el más importante de todos, la reforma agraria, que expropiaba las grandes haciendas extranjeras para dar medios de vida a los campesinos pobres. A partir de mayo de 1959, la aplicación de la Ley de Reforma Agraria supuso la nacionalización de los inmensos latifundios de las compañías extranjeras. 



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