EL VALOR DEL CONOCIMIENTO EN LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS Y DEL CONOCIMIENTO.


EL CONOCIMIENTO Y LAS TRANSFORMACIONES EN LA CULTURA



En este módulo vamos enmarcar cómo ciertos descubrimientos sobre los conceptos de espacio y tiempo han cambiado la forma en la que interactuamos con el mundo. La primera parte estará dedicada a las dos formas que tenemos de sistematizarlo: un espacio homogéneo o un espacio heterogéneo; la segunda parte trata sobre el tiempo y cómo diferenciamos entre tiempo “publico” y tiempo “subjetivo”

Para comprender el concepto de sociedad del conocimiento, identificaremos, primero, los conceptos vinculados a ésta, como son sociedad y cultura. La cultura, según Anthony Giddens, está en estrecha relación con la sociedad. Una no puede existir sin la otra. Así “Una sociedad es un sistema de interrelaciones que vincula a los individuos” (Giddens, p. 43-45, 200). Para Michael Mann "Una sociedad es una red de interacciones sociales en cuyos límites hay un cierta brecha de interacción entre ella y su entorno” (Mann, 1986, p. 13). 

Por su parte, para Castells (2010, p 65) cultura es el “conjunto de valores y creencias que dan forma, orientan y motivan el comportamiento de las personas”. En esta misma tendencia, para Andrade cultura es el conjunto de valores y creencias aceptadas por los miembros de una sociedad, de forma consciente o inconsciente. (Andrade, 2005). 

La sociedad es un sistema de interrelaciones que vincula a los individuos. Este sistema determina y es determinado por su cultura (Valores y manifestaciones derivadas de éstos). Los valores surgen de la negociación y acuerdos producidos por los actores sociales. Los valores son determinados por aquellos que ejercen el poder. Estos valores determinarán conductas factibles de ser premiadas o castigadas, así como expresiones simbólicas, estructurales, conductuales y materiales. 

La sociedad del conocimiento es aquella que se determina por el acceso y procesamiento de la información para transformarla en conocimiento. Su valor primordial es el aprendizaje a lo largo de la vida, que no está determinado ni por el espacio (las instituciones de enseñanza) o el tiempo. En la cultura de esta sociedad, la utilización de las las TICS para la investigación, la educación, la comunicación y la vinculación social mediante redes, son algunas de las manifestaciones más importantes.



Un espacio a ocupar. Introducción






El espacio homogéneo


Un espacio homogéneo como algo inmóvil y eterno fue una profunda intuición que tuvo su mayor esplendor con la física de Newton.
Pero ¿qué utilidad tiene para nosotros que el espacio tenga esta cualidades?



Aunque la distancia entre dos puntos pueda ponderarse y ser considerada como algo objetivo y ajeno a los sujetos que están midiendo, sucede que el mundo en el que habitamos, las distancias se han convertido en un problema de tiempo que poco o nada tienen que ver con la separación real del sujeto con el objeto. Así: Si un tren sale de Madrid hacia Vigo y tarda 8 horas en llegar. Si un avión sale de Madrid hacia Nueva York y tarda 7 horas en llegar. ¿Cómo podemos afirmar que Vigo está más cerca que Nueva York?

El espacio heterogéneo


El problema con el tiempo

El problema del tiempo

San Agustín de Hipona:

“¿Qué es, pues, el Tiempo?”…

SAG123

San Agustín de Hipona (354/430).-
____________________________________________________________________________
“¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si
quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo
sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado;
y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no
habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pretérito y futuro,
¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no es y el futuro todavía no
es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a
ser pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si, pues, el presente,
para ser tiempo es necesario que pase a ser pretérito, ¿cómo
deciros que existe éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de
ser, de tal modo que no podemos decir con verdad que existe el
tiempo sino en cuanto tiende a no ser?”.
San Agustín de Hipona. Cfr. Confesiones. Xl, 14, 17.-
La solución de Agustín de Hipona al problema del tiempo se conoce como la teoría del triple presente. Frente a los argumentos escépticos, que niegan la propia existencia del tiempo, la experiencia articulada en el lenguaje es suficiente para refutarlos y, en concreto, el testimonio de la historia y de la previsión permiten afirmar la existencia de las cosas futuras y de las cosas pasadas:
Habría que decir que los tiempos son tres: presente de las cosas pasadas, presente de las cosas presentes y presente de las futuras. Los tres existen en cierto modo en el espíritu y fuera de él no creo que existan [ Confesiones: XI, 20, 26]
Admitida la realidad del tiempo, el pasado no sería sino memoria de lo que ha dejado de existir, el futuro se definiría como la expectación de lo que no existe todavía y el presente no consistiría más que en la atención sobre un punto, un instante que pasa y que carece de duración. Pero quedaría por resolver el problema de la medición del tiempo. San Agustín había afirmado la posibilidad de la medida del tiempo en el alma humana por cuanto permanece la impresión —affectio— de las cosas al pasar. Dicha impresión, que supone un elemento pasivo, debe colocarse en relación con un elemento activo: la actividad del espíritu que se extiende como memoria, atención y espera en direcciones opuestas. Así que la extensión del tiempo se aprecia, según el santo de Hipona, en la distensión del espíritu humano, solución que Plotino había apuntado en relación con el espíritu del mundo.
La relevancia del elemento activo, de carácter psicológico, se pone de relieve a medida que San Agustín desarrolla su argumentación y describe el presente, no ya como un punto que carece de duración, sino como una intención presente (praesens intentio). La atención merece llamarse intención por cuanto asegura el tránsito del tiempo: la intención presente traslada el futuro al pasado, hasta que, consumido el futuro, todo se convierte en pasado.
La actividad del espíritu permite la vivencia del tiempo, ya que no habría futuro ni pasado sin una espera y sin un recuerdo. Es decir, la impresión del tiempo depende de la actividad de un espíritu que espera, atiende y recuerda. La memoria y la espera radicarían en el espíritu humano como imágenes-huella e imágenes-signo, respectivamente. Aunque el presente se redujera a un punto, en la medida en que la atención hace pasar el tiempo, y dicha atención perdura, se explica la medición del tiempo en el alma humana.
Frente a la temporalidad humana, la eternidad es para San Agustín siempre estable, estabilidad consistente en que todo está presente —a diferencia del tiempo, que nunca está presente en su totalidad. San Agustín considera que el tiempo ha sido creado con el mundo, pero deja abierta la posibilidad de la existencia de otros tiempos antes del mundo, reservando así a los seres angélicos una dimensión temporal. Por lo tanto, la idea central que caracteriza el tiempo según San Agustín es el ser creado. Por ese motivo, cualquier especulación acerca del tiempo antes de la creación es absurda, como absurda sería la atribución de temporalidad a Dios, el Ser eterno: «Tú precedes a todos los tiempos pasados por la magnitud de la eternidad, siempre presente» [Confesiones: XIII, 13, 16].


LAS TRANSFORMACIONES DE LA CULTURA Y LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO


El conocimiento afecta directamente a cómo funcionan nuestras prácticas culturales. Sin embargo no es un camino de un solo carril, también nuestras prácticas culturales afectan a cómo conocemos. Los artefactos modifican esas prácticas; cómo los artefactos se acoplan a los organismos vivos para trascender las limitaciones biológicas; sobre la sociedad del conocimiento y de la información y qué significa vivir en una de ellas; cómo se genera una sociedad del conocimiento y de la información.

 La mayor fuente de desigualdad humana está sobre todo en las capacidades
 ! Las capacidades de una sociedad no solamente determinan lo que se puede llegar a conseguir, 
! También qué es lo representable como objetivo personal y social 
! La inmensa mayoría de las sociedades de nuestra época no son libres simplemente por falta de capacidades.

El conocimiento y las transformaciones en la cultura: la identidad humana


El conocimiento afecta a toda la sociedad y la precipita a cambios culturales que serían imposibles sin él. Mientras que la cultura material nos permite saber de qué forma los artefactos permiten ciertos cambios sociales, el posthumanismo se ha encargado de estudiar cómo los seres humanos hemos sido cambiados por nuestras prácticas tecnológicas.
  • La cultura material nos permite conocer cómo era sociedad que ya no existe mediante el uso que daban a los artefactos, pero esta disciplina tiene una utilidad mucho más reseñable: qué posibilidades abre una nueva tecnología.
  • https://youtu.be/yhsq4N_tEPg



Las posibilidades sociales y epistémicas de la cultura material

discernir entre lo que es cierto y es mentira
1. Los artefactos son añadidos a la cultura mediante los cuales podemos explicarla 
2. Los artefactos forman su propia cultura (i.e. las normas que rigen su uso y producción son diferentes a la sociedad). 
3. Los artefactos responden a las necesidades culturales de una sociedad (demanda y técnica + tecnología) 

Posthumanismo


Sociedad del conocimiento

La sociedades de la información y del conocimiento son dependientes del uso y explotación de la información mediante el conocimiento aplicado en artefactos y prácticas culturales.

La sociedad del conocimiento se caracteriza por el papel que ejerce el conocimiento en la formación de esta sociedad, pero ¿dónde entra el conocimiento en esta relación?


Cambio tecnológico

El cambio tecnológico es uno de los primeros factores que permite la existencia de la sociedades del conocimiento.

La globalización

Se habla mucho de que estamos metidos en un proceso de globalización pero ¿qué significa y qué la diferencia de otros procesos similares que se han dado a lo largo de la historia?

La sociedad de la información

La digitalización de la información fue decisiva para que creásemos las sociedades que dependen de la explotación de la información pero ¿de qué manera funciona una Sociedad de la Información?



CONOCIMIENTO Y SOCIEDAD



El conocimiento y la eficacia social

Uno de los problemas más serios que cae bajo el alcance de la filosofía política de la ciencia es el problema de Feyerabend:  ¿qué tipo de ciencia debemos sostener? ¿para quién es la ciencia, quiénes deben juzgar y dirigir la ciencia? Recordemos el argumento de Feyerabend en La ciencia en una sociedad libre: 
La ciencia debe ser juzgada por su capacidad par satisfacer los deseos y necesidades de una comunidad.  
1. Las sociedades y grupos diferentes tienen necesidades e intereses diferentes, 
2. Los juicios valorativos acerca de lo que es buena o mala ciencia son diferentes. 
En consecuencia, nadie está legitimado para excluir una forma de hacer ciencia en virtud de que no obedece a normas generales como el método científico. 


La co-producción del conocimiento y la sociedad


El término empoderamiento significa muchas cosas para muchas personas. Sin embargo, nociones como elección, libertad, voluntad, capacidad, participación, autonomía e incremento de recursos aparecen en casi todas las definiciones. De esta manera, es posible alcanzar consenso sobre la idea del empoderamiento como un medio de mejorar la calidad de vida y expandir la base para el bienestar humano. En pocas palabras, el empoderamiento puede servir como un mecanismo para efectuar una transformación social profunda y con una base amplia.

El proceso de transformación social puede ser explorado tanto a nivel personal como estructural. En un extremo del espectro, el cambio social es percibido como resultado del desarrollo de individuos mediante recursos como la educación, la capacitación y el acceso de medios materiales. De acuerdo a esta perspectiva, los cambios estructurales son un producto automático de los cambios personales. Desafortunadamente esto rara vez ocurre en la realidad, pues incluso aquellos que se benefician de tales recursos se pueden ver de pronto participando en estructuras sociales opresivas. Al otro extremo del espectro, se percibe a los seres humanos enteramente como un producto de la sociedad, y el cambio se considera imposible a menos que las estructuras sociales, en especial aquellas relacionadas con el poder político, sean transformadas primero. Sin embargo, demasiado a menudo este enfoque ha justificado la idea de que el fin justifica los medios, dando como resultado condiciones de injusticia y opresión.





Conocimiento e información


La definición del conocimiento



























Confiabilismo al rescate
Una solución es la que nos sugiere Alvin Goldman: modificar la tercera condición para el conocimiento, requiriendo que el hecho que la creencia sea verdad no sea una simple coincidencia. Su propuesta es que, para saber algo:
a) Se debe creer en ese algo.
b) Ese algo debe ser verdad.
c) La creencia en ese algo debe ser causada de una manera apropiada.
¿Qué maneras son apropiadas para causar creencias que son verdad? Hay varias propuestas, pero veremos solamente una, el “Confiabilismo” (del inglés reliabilism). La idea es que la creencia sea obtenida por medio de un método que sea confiable en las circunstancias.
En otras palabras, para que haya conocimiento, se debe cumplir que el proceso de formación de la creencia debe ser confiable, si la creencia es verdad.


 EL PROBLEMA DEL TESTIMONIO


Uno de los problemas más relevantes de nuestras sociedades del conocimiento es saber hasta qué punto tenemos una justificación para creer lo que otra persona nos dice. En la mayor parte de los casos necesitamos cierta seguridad en los conocimientos de los demás para que el conocimiento sea un valor y no algo falible o aleatorio. 

Reduccionismo vs. antirreduccionismo
La literatura filosófica en torno al testimonio generalmente se agrupa en torno a dos posiciones antagónicas: el reduccionismo y el antirreduccionismo. La primera posición es asociada generalmente con David Hume, quien analizó el problema del testimonio en el contexto de los relatos sobre los milagros. Dice Hume que "no hay un tipo de razonamiento más común, más útil e incluso más necesario para la vida humana que el derivado de los testimonios de los hombres y los reportes de los testigos presenciales y de los espectadores" (1748, p. 135). Al indagar sobre la fuente de la confianza que generalmente les otorgamos a los testimonios de los demás, Hume afirma que "nuestra seguridad en cualquier argumento de esta clase no deriva de ningún otro principio que la observación de la veracidad del testimonio humano y de la habitual conformidad de los hechos con los informes de los testigos" (1748, pp. 135-136). La evidencia testimonial se reduce entonces a una simple inducción por enumeración hecha a partir de la observación directa de la conjunción constante del testimonio con los hechos reportados.
En su versión contemporánea, la posición reduccionista establece dos condiciones para justificar nuestras creencias testimoniales. La primera es que un oyente debe tener razones positivas para aceptar el reporte de un testigo. Éstas pueden hacer referencia a evidencia que compruebe que el testimonio es generalmente confiable (reduccionismo global) o razones que se refieren a algún reporte particular en un contexto dado (reduccionismo local). La segunda condición es que esas razones no pueden ser testimoniales, so pena de caer en un círculo vicioso. Es en esta segunda condición donde reside realmente el elemento reduccionista, pues el testimonio debe ser reducido a las demás fuentes de justificación epistémica: la evidencia sensorial, la información proveniente de la memoria y el razonamiento inductivo. Más adelante veremos en detalle algunas de las propuestas reduccionistas más recientes.
El antirreduccionismo, por su parte, surge de la observación de la forma en que utilizamos la información testimonial en la vida cotidiana. La gran mayoría de nuestras creencias han sido adquiridas a partir de las palabras de los demás, sin que nos detengamos a pensar en la confiabilidad de la fuente. Creencias tan personales como aquéllas acerca del lugar de nuestro nacimiento o la identidad de nuestros bisabuelos provienen de fuentes tan próximas que jamás se nos ha ocurrido dudar de ellas. Y lo mismo ocurre con creencias cada vez más alejadas del ámbito de la experiencia personal, incluyendo afirmaciones acerca de disciplinas cada vez más especializadas. En muchos casos ni siquiera podemos imaginar o entender los medios a través de los cuales nuestras creencias testimoniales podrían ser verificadas debido a la complejidad del tema (Hardwig, 1991). Cuando los científicos del CERN anunciaron el descubrimiento del bosón de Higgs, casi todos aceptamos su existencia a pesar de que muy pocas personas pueden entender el mecanismo experimental o el tipo de evidencia que sirvió de base para el anuncio.
Nuestra tendencia natural a aceptar el testimonio ajeno ya había sido detectada en el siglo XVIII por Thomas Reid, el crítico más acérrimo de Hume:
El sabio y bienhechor Autor de la Naturaleza, que quiso que fuéramos criaturas sociales , y que recibiéramos la mayor y más importante parte de nuestro conocimiento de la información proveída por los demás, ha implantado, con estos fines, dos principios que se complementan el uno al otro. El primero de estos principios es una propensión a decir la verdad y a usar los signos del lenguaje para transmitir nuestros verdaderos sentimientos...[El segundo de estos principios es] la disposición a confiar en la veracidad de los demás, y a creer lo que nos dicen (1764, p. 194).
En nuestros tiempos, esa tendencia a decir la verdad y a confiar en la palabra de los demás ha sido explicada desde una perspectiva psicológica (Fricker, 1995; Sperber et al., 2010) y evolutiva (Sperber, 2001; Sterelny, 2012), y ha sido analizada usando simulaciones en Inteligencia Artificial (Thagard, 2005).
Lo que más nos interesa aquí, sin embargo, es el análisis epistemológico de las creencias obtenidas a través de testimonios que no han sido sometidos a un análisis crítico. ¿Se puede estar justificado en creer algo que no podemos confirmar? ¿Es posible hablar de conocimiento testimonial a pesar de la ausencia de justificación directa? El antirreduccionismo responde estas preguntas afirmativamente. La tesis más importante de esta posición es que el testimonio es una fuente primitiva de conocimiento, tan fundamental como la percepción, el razonamiento o la memoria. La actitud epistémica más adecuada en cualquier contexto es la de aceptar el testimonio de los demás, a menos que exista una buena razón para no hacerlo. La situación epistémica es la misma que en el caso de la evidencia sensorial: debemos creer lo que vemos, a menos que tengamos la sospecha de que se trata de una alucinación o de una ilusión óptica. En ambos casos existe una presunción de veracidad.
Tyler Burge ha sintetizado la posición antirreduccionista en lo que él llama el principio de aceptación: "Una persona tiene derecho a aceptar como verdadero algo que es presentado como verdadero y que es inteligible para él, a menos que haya razones más poderosas para no hacerlo" (1993, p. 467). Existen varias razones que pueden impedir que una persona acepte un testimonio. Según Lackey (2006), éstas se pueden dividir en razones psicológicas y razones normativas. Las primeras son creencias, dudas o experiencias que el oyente posee y que pueden llevarlo a creer que el testimonio que está a punto de aceptar es falso, o que ha sido formado a través de medios poco confiables. Las segundas son creencias, dudas o experiencias en contra del testimonio que el oyente debería tener dada la evidencia que posee. Por ejemplo, si alguien lee una noticia sobre algún actor famoso en un tabloide cuyas "noticias" son constantemente desmentidas por las personas involucradas, y el lector está al tanto de la reputación del tabloide, debería tener dudas sobre la veracidad de la noticia. La evidencia que debe servir como razón para desconfiar es muy variada y muy sensible al contexto. Más adelante veremos cuáles son estas razones en el contexto jurídico.
Tanto el reduccionismo como el antirreduccionismo tienen fuertes detractores. Contra el primero se afirma que plantea una exigencia imposible de cumplir, puesto que la justificación del testimonio tendrá que recurrir irremediablemente a más testimonios. A esto se añade el problema de que la base inductiva de la que parte cada individuo para determinar la confiabilidad de diferentes tipos de testimonio nunca será lo suficientemente amplia (Coady, 1973, 1992). Volveremos sobre este problema en la sección IV de este ensayo. Contra el antirreduccionismo se afirma que incita a la irresponsabilidad epistémica o en el mejor de los casos a la ingenuidad, debido a que no requiere ninguna evidencia positiva (Lackey, 2006). Mi propósito aquí no es decidir cuál de las dos posiciones es más sólida, sino más bien examinar cómo es entendida la prueba testimonial en el derecho, determinar con cuál de estas posiciones es más afín, y utilizar la especificidad de la prueba testimonial para enriquecer un debate filosófico que a veces se queda en un plano muy general y no entra a examinar los diferentes usos que se le da al testimonio. A lo largo de las siguientes dos secciones iremos viendo algunos aspectos más específicos de cada posición.








Como bien lo dice el título, la ciencia es una actividad humana. Está presente en todo lo que hacemos y necesitamos para vivir.  El conocimiento se puede divir en dos:
– el conocimiento teórico.
– el conocimiento práctico.

Se dice que el conocimiento teórico es por el puro afán de entender. Se califica como desinteresado ya que no se encuentra directamente ligado a necesidades de tipo práctico. Un ejemplo puede ser la curiosidad natural que tienen los ninos al hacer preguntas como: por qué el cielo es azul?

Por otro lado, está el conocimiento práctico. Este conocimiento se utiliza como una guía par a una práctica eficaz y parece estar ligado con nuestros intereses y necesidades.

Esta distinción viene de los antiguos griegos de los siglos 4 y 5 antes de cristo. Ha llegado a considerarse tradicionalmente como una distinción entre dos clases de conocimientos, una superior y una inferior. Los que se dedicaban al conocimiento teórico eran considerados privilegiados y por eso se les daba conotaciones de “pureza”, “idealismo” y “una mayor perfección”. Se le llamaba conocimiento superior ya que se hacía por si mismo y no por vistas a otra cosa.
En conclusión, el tipo de actividad relacionado con el conocimiento que caracteriza la ciencia implica la eficacia, el poder de este conocimiento como instrumento de utilización humana para gobernar la naturaleza, pero también implica la satisfacción de un deseo de comprender, una curiosidad.

Pienso que las dos son iguales de importantes y que una va de la mano con la otra. La ciencia aplicada y la ciencia pura son los que nos han traído hasta aquí, miles de anos después.  Es necesario entender el por qué de las cosas y así poder evitar grandes desastres en un futuro. También es importante aplicar lo que sabemos ya que esta sería la única manera en sobrevivir.

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